Nos separan apenas dos horas de Mostar a Sarajevo, pero iban a ser intensas.
Cuando nos íbamos del apartamento, Hugo empezó a encontrase mal con diarreas, Amalia empezó con náuseas. Cuando se hubo apaciguado un poco el malestar emprendimos camino con el coche.
Al poco rato tuvimos que hacer parada de emergencia, Amalia empezaba con diarreas. Más adelante avistamos un restaurante y decidimos parar para hidratación y visita al baño, pero Amalia no pudo aguantar y vomitó dentro del coche. Los limpiamos con lo que teníamos y quedó bastante decente. A partir de ahí, la cosa fue en picado, mareos, vómitos, etc…. Cuando llegamos al apartamento de Sarajevo los niños se quedaron descansando y salimos los adultos a comprarles cosas.
Paseamos por el barrio turco, vimos el puente latino (puente otomano donde en 1914 se cometió el asesinato del Archiduque Francisco Fernando de Austria que desencadenó la Primera Guerra Mundial), la catedral y pasemos un poco por el centro. Decidimos omitir el Museo del Genocidio, porque era una experiencia muy dura , añadido a que en Sarajevo hay muchos cementerios pequeños esparcidos y cuando miras las lápidas, muchos han muerto entre el año 1992 y 1996, incluyendo lápidas de niños de 1 y 3 años que también vimos, y que estamos convencidos que fue durante el asedio de la ciudad.
Al pasear por Sarajevo se ven los agujeros de bala, misiles en las fachadas, ya que algunas no se han restaurado, es muy impactante.












Con algunas compras de comida y bebida volvimos al apartamento. A la hora de la cena, lo que fuera que hubiese en la bebida de granada, empezó a hacer efecto en Sebas y Sandra. De hecho Sandra salió a cenar con Remei y JC, y tras pedir una sopa tuvo que volver al apartamento y empezó la no retención de nada en el estómago.
Ha sido una noche rociera, cada cual con lo suyo, todos con dolor de cuerpo, débiles y sin nada en el tubo digestivo.
Al amanecer a duras penas podemos levantarnos, el segundo día en Sarajevo va a ser para recuperación, a ver si nos recuperamos un poco para dar otro paseo por la tarde por la ciudad, que nos ha parecido muy bonita y digna de otra vuelta.