Llegamos a Bar tres horas más tarde de lo previsto, y uno de los coches de alquiler no estaba disponible hasta las 16:00 horas, el de la otra agencia estuvo rápido y nos alquiló el suyo propio, con un “espero que no hayáis pagado nada en la otra agéncia, pues en Montenegro el dinero que se da no vuelve más”.
Bajo un solo abrasador conseguimos las tarjetas SIM y nos dirigimos a Perast, nuestro alojamiento en la Bahia de Kotor.
La entrada a la bahía fue un poco caótica, pues para llegar a Perast, has de pasar primero por Kotor, donde la cantidad de coches es demasiada para un pueblo tan pequeño y acorralado entre la montaña y el mar, por otro lado, aparcar en estos pueblos es una odisea. Así de complicado fue aparar cerca del alojamiento, sin arcén y con la carretera llena de curvas, andar por el margen es complicado, no queráis verlo de noche,cuando no hay nada de iluminación.
Llegamos a nuestro apartamento, dos habitaciones en el piso de arriba, comedor, cocina y lavabo abajo. Lo mejor del apartamento eran las vistas a primera línea de mar en la bahía, y la tranquilidad del lugar. Pasamos la tarde bañándonos en las aguas cristalinas de enfrente del apartamento, el agua es más fresquita que la de casa, pero sienta tan bien a 39ºC.
No quisimos coger el coche para cenar, por lo que los dueños del hotel tienen una especie de restaurante bar al lado,donde cenamos caro y normal, y desayunamos al día siguiente dentro de la misma tónica, pero no nos había dado tiempo de comprar comida, y solo pensar en mover el coche ya nos daba algo.




El día de llegada nos dio margen para poder preparar el tour del siguiente día. Alquilamos un barco privado para hacer un tour por la bahía. La barca nos recogió en el amarre del propio aparamento y empezamos la excursión con Aleksander.

Primera parada, Lady of the Rocks, nosotros ya la habíamos visto en nuestra anterior excursión a Montenegro, pero hicimos un remember y captamos la misma foto de los niños 9 años después.




Una cosa nueva que no hicimos la otra vez, fue visitar los túneles subterráneos (para submarinos), ni la Isla Mamula, si bien era un campo de concentración ahora es un resort 5 estrellas.
SIn duda lo mejor fuer poder parar con nuestro barco en las denominadas Blue Caves, disfrutamos de la aventura de poder meternos nadando en ellas y refrescarnos en este día sin una sola nube.









Por último llegamos a una de las playas, Zanjic, donde comimos y nos bañamos un ratito más.


Hora de volver, algunos más morenos, otros más rojos, pero todos felices y derrotados. Volvimos a nuestro apartamento, donde los niños se quedaron a descansar y los adultos nos fuimos a Kotor a comprar, sacar dinero y dar una vuelta por Kotor. Aprovechamos para tomar unos vinos locales, nada del otro mundo, pero nos contaron una historia interesante sobre la evolución de los caldos en Montenegro y como el comunismo acabó con las producciones familiares en pro de la industrialización y homogeneización, las que ahora están empezando a surgir de nuevo.




Con el firme propósito de no volver a desayunar ni cenar en el apartamento, hicimos algunas compras.Después de cenar no nos queda mucha cuerda para la tertulia, nos vamos a la cama agotados.