Este año las vacaciones son diferentes – no pudimos hacerlas en agosto, como siempre, y por primera vez vamos a pasar unas navidades con los niños fuera de España. Se hace raro celebrar estas cosas sin la familia y en verano…y aun más raro repetir experiencia de Safari un año despues de Namibia y Botswana.
Por eso decidimos que compaginaríamos el Safari con experiencias más «family friendly» – es decir, sol y playa. Tanzania ofrece, a diferencia de Namibia, playas en las que te puedes bañar y hacer buen snorkel.
El plan es hacer unas vacaciones tipo sandwich – playa, safari, playa. Y para empezar con la primera capa del bocadillo decidimos ir a Mafia Island – una isla mucho menos concurrida y conocida que Zanzibar. El principal reclamo es que en estas fechas (desde noviembre a diciembre) es muy fácil nadar con tiburones ballena (que ni son tiburones ni son ballenas, pero son enormes).
Pero como siempre, la experiencia empieza en la capital Dar Es Salaam (que significa «Paraiso de la Paz» – muy ñoño si)
Dar Es Salaam
Es curioso, pero para nosotros los vuelos hasta el destino nunca son algo a mencionar. Pues bien, para los niños es siempre uno de los momentazos del viaje. Poder pasarse horas delante de una pantalla eligiendo películas y comiendo comida de avión parece ser lo más de lo más (sobretodo para Hugo). Ver para creer.



Llegamos a nuestro hotel – Pauraque Soho Hotel. Nada mal, buena relacion calidad precio. Salimos a dar un paseo por la costa (Slipway), compramos algunas choradillas y descubrimos 2 cosas – no hay buenas playas en la capital (sucias) y el sol no es ninguna broma aqui.



La comida tampoco es para tirar petardos – seguimos pensando que Africa no es un destino gastronómico (obviamente), pero es que además aqui les gusta el picante. Se puede comer sin picante, pero hay que estar atento. En cualquier caso, lo pasamos bastante bien en un dia en el que no lo esperábamos – entre ir a buscar las tarjetas SIM (1 hora de trámites) y pasear comprando souvenirs hicimos la tarde.
No supimos/quisimos regatear en nada a nadie. Aunque entendemos que es lo normal y alguna vez lo hemos hecho en otros países (Egipto, Marruecos), aquí nos parece que la brecha es demasiado grande…y que ahorrarse 5 euros en una compra es una victoria pírrica.
Al dia siguiente fuimos al aeropuerto. La terminal 1 (la de las avionetas) no es más grande que un supermercado de pueblo. Solo hay un mini-bar que sirve bocadillos y cafés (literalemente, el bar era la máquina de café y la bikinera), pero nos sentó genial.

El vuelo en avioneta fue como lo esperábamos – ruidoso, bonito, diferente. Los niños no se ponen nerviosos en estas cosas porque no es su primera vez y porque dan por sentado que todo funcionará bien siempre – pero uno nunca se acostumbra al movimiento de cruzar nubes en una avioneta.





Mafia (La Isla)
Llegamos a nuestro Lodge (Bustani Lodge) donde nos esperaban 4 miembros del staff a recibirnos. El Lodge está bien, es de nueva construccion y tiene piscina y espacios ajardinados. Tiene carencias propias de estos países (mala Wifi, problemas con la television de los niños, poca sombra) pero compensan todo eso con mucha amabilidad y continua atención a los detalles. Siempre están dispuestos a solucionarte lo que necesites. A los niños les encanta – y la falta de conexión es de hecho una ventaja.
Decidimos tomar la via fácil y comer /cenar casi siempre en el Lodge, además de organizar todas las actividades con ellos. La verdad es que después de un paseo por la «ciudad», quizás no hubiese muchas más opciones.



El primer día fué básicamente de piscina y relax en el hotel. Nos pusieron una mesa muy chula junto a la piscina y la comida estuvo bien. Dejamos reservadas las excursiones para ver a los tiburones ballena al dia siguiente.





Día 2 – Tiburones Ballena
Madrugón, viaje en jeep y preparación de equipo – hecho.
Después de casi 1 hora de barco llegamos a ver los primeros. Desgraciadamente no tenemos cámara subacuática, así que podnremos algunas fotos encontradas online para que se vea lo que vimos.



En la primera inmersión solo los vimos como sombras pasando por debajo de nosotros. Amalia se agobió un poco y tragamos un poco de agua…pero con cada inmersión íbamos mejorando y al final todos sabíamos que teníamos que hacer en el agua.
La segunda inmersion fue espectacular para los cuatro – lo vimos justo delante nuestro, desde un lateral, desde la cabeza a la cola. No estaríamos a más de 4 metros y era uno de los grandes (tanto que costaba meterlo completo en el campo visual a esa distancia). Vimos sus manchas, su ojo y su boca abierta. Espectacular. Incluso Hugo (que está en esa edad de «todo me da igual») exclamó «Woooooo».

La tercera volvió a ser una sombra. A la cuarta solo fueron Sandra y los niños – Sebas se había mareado despues de la primera inmersion (el agua tragada, el estres) y prefirió quedarse en el barco. Esta última también fue increible – los niños pudieron nadar junto a uno de los grandes durante casi un minuto.
Por la tarde vimos el partido en el hotel (con comentarios en Swahili). Nos tocó salir hacia el restaurante que habíamos reservado antes del final de la tanda de penalties – así que nos enteramos de la victoria de Argentina justo al sentarnos a la mesa. Lo más emocionante en realidad fue hablar con los padres de Sebas y su familia en Argentina y oir las emociones y la alegría de ese lado.
Nos sorprendió lo implicados en la final que estaban en la isla – cualquier tienda con una television estaba aboarrotada de gente gritando y animando a dos equipos de continentes lejanos. La mayoría apoyaba a Argentina, por lo que se oyeron algunos gritos cuando acabaron los penalties.
En cuanto a la cena, quisimos dejar algo de dinero fuera del Lodge y cenamos en un local muy pequeño y modesto llamado «Hipopotamus» (antes llamado Ibiza Inn). Comimos una langosta enorme y riquísima por 25 USD. No teníamos claro si a los niños les iba a gustar el ambiente «auténtico» de chiringuito africano, pero les encantó.







Yo aproveché el momento para afeitarme en una barbería cercana al restaurante – no tuve tiempo de cortarme el pelo…eso lo hice al dia siguiente y con resultados…»sorprendentes».
Día 2 – Snorkle en la reserva marina
Al dia siguiente queríamos hacer una actividad de medio día para poder ver el pueblo, así que elegimos hacer snorkle en esta reserva marina.
Misma rutina de siempre – desayuno, jeep, equipo y al barco. Esta vez nos fijamos más en lo que había a los lados de la carretera – cabañas, negocios, agricultores. Los niños de menos de 6 años SIEMPRE nos saludaban (y nosotros devolvíamos el saludo) – lo que encima de un Jeep descubierto nos daba la imagen de los reyes de España saludando al pueblo.
La experiencia estuvo muy bien – vimos corales de todo tipo, peces tropicales de muchas clases e incluso pudimos interactuar con una pareja de peces que guardaban celosamente sus huevos (cada vez que nos acercábamos a la roca, venian flechados hacia nosotros y nos advertían con un sonoro «pop!» hecho con la boca)
Aunque no tengamos fotos del fondo, podéis ver el color del agua y haceros una idea de lo buena que era la visibilidad.





Por la tarde decidimos dejar a los niños en el hotel (a veces viajar con un adolescente puede tener el efecto de querer ratos a solas con tu pareja!) y salir a dar un paseo por el pueblo.
La experiencia fue interesante – deambular por las tiendas y calles sin un rumbo, sin prisas y con el único ánimo de observar – fue como en los viejos tiempos de mochilerismo. Lo echamos de menos, la verdad – el turismo familiar es más organizado y cronometrado, quizás podamos volver en algunos años a vagabundear como antes.
Esta vez si pude cortarme el pelo – craso error! Después de dar claras instruciones in inglés, mi peluquero swahili procedió a hacer lo que le dió la gana y a raparme al 2 toda la cabeza. Por suerte mi comprensiva familia me ayudó a superar el golpe apodándome «Krilin» :/





Día 3 – Mange Sandbank
Un Sandbank (o banco de arena) es menos que un islote. Es literalmente una lapo de arena en medio del mar. Por qué es una buena idea? Pues porque es una playa perfecta en medio de la nada. Así que allí fuimos.
Antes de llegar hicimos una hora más de Snorkel con los niños – se lo pasaron genial y empezarn a tomar confianza al tema, hasta el punto de que los dos hacían apnea para bajar a ver cosas de cerca (Hugo hasta los 6 metros más o menos). Muy valiente y muy en forma los dos.




Empecemos por lo malo, porque lo bueno va a ser muy evidente en las fotos – el viaje fue largo y cansado (1 hora de ida y otra de vuelta en un barco pequeño con buen oleaje). El sol nos quemó por completo (a pesar de crema y algunas gorras). Más allá de eso, todo lo demás fue fabuloso.
La playa era como en las fotos y el banco de arena estaba poblado por cangrejos que hacían hoyos en la arena para esconderse de las aves. Esto creaba muchas pirámides de arena y agujeros por todos lados, de donde constantemente salían cangrejos pequeños (como pequeñas arañas blancas) y otros más grandes, de color verde.
El agua estaba a la temperatura perfecta y er cristalina. Pudimos caminar por una tira muy fina de arena entre dos lagos marinos. Nos bañamos hasta que la comida estuvo lista, y comimos de «Picnic» debajo de una lona que nos daba sombra. Muy muy idílico.








Los niños estaban encantados, costó arrancarlos de allí para volver al hotel.
La cena fue bonita, otra vez junto a la piscina y con alguna adorno adicional navideño (leds!).


Acabamos jugando a billar los 4, algo que a los niños les encanta (más por las risas y porque estamos los 4 jugando que por el juego). Un dia ideal.
Al dia siguiente decidimos quedarnos en el hotel a recuperarnos de las quemaduras de piel, a escribir estas líneas y a descansar antes del vuelo de vuelta a Dar Es Salaam (teníamos ganas de ir al Blue Lagoon, pero se nos quitaron al saber que había medusas!).
Hasta ahora estamos contentos con el viaje – a partir del 22, Safari!