Llegada a Okaukuejo
El martes por la mañana nos entregaron nuestro coche con embrague nuevo – y en cuanto lo probamos nos dimos cuenta de que nos lo habian dado con el embrague hecho polvo – hemos pagado el pato de otros, pero nada nos va a arruinar el buen humor hoy que nos vamos por fin a Etosha, uno de los destinos más esperados por nosotros y por los peques.
Etosha es el parque natural más importante y grande de Nambia – con unas salinas que se pueden ver desde el espacio. Es inmenso y bien conservado, y no tiene absolutamente nada que envidiar a otros parques de renombre mundial como Okavango, Serengueti o Kruger. Nuestras espectativas eran altas.
Desgraciadamente, el incidente del coche nos costó perderons Twyfelfontein (bosque petrificado, grabados bosquimanos) ya que tuvimos que tomar la vía rápida hacia Etosha. Llegamos justo al atardecer, para dejar nuestro coche en el área de acampada y correr hacia la «waterhole» (poza de agua) donde se reúnen los animales a beber.
Esta es la poza del Lodge de Okaukuejo, asi que se puede ver desde un banco tomando una cervecita, casi como en el Zoo.
Y no nos decepcionó – en absoluto.
El primero en acercarse fue Sebas, que enseguida empezó a hacer gestos con la mano (hay que guardar silencio) a los demás para que corriesen. Elefantes!
El paisaje era de postal – tan típica que dolía. Atardecer sobre la savana, elefantes, girafas y zebras alrededor del agua…el sol naranja reflejándose en el agua y todo el decorado del Rey León (menos el león, claro).
Esto es lo que vimos ese día
Al ponerse el sol volvimos alos coches, donde monatmos las tiendas sobre el techo de los 4×4, sacamos la neverita, las mesas y las sillas (para decir «ya estamos aquí») – y nos fuimos al restaurante del lodge (para decir «pero estamos hartos de bocadillos de salami y no queremos liarnos con el hornillo de gas»)
Eso sí, dormir, dormimos en las tiendas – sin el frío del desierto, pero con las mismas comodidades de la colchoneta de 4 cm de grosor. Maravilloso!
Explorando los alrededores de Okaukuejo
La gente que viene a Etosha no se queda dentro del Lodge a ver una única charca (donde los animales solo vienen muy de vez en cuando, sobretodo al amanecer y atardecer). La idea es usar tu 4×4 o un servicio de 4×4 que te lleve a recorrer las diferentes pozas de agua del parque (donde se concentra la vida) – por eso venimos en invierno, porque es la temporada seca y hay menos pozas de agua, lo que concentra a los animales.
El problema es que el parque es ENORME, entre una poza y la siguiente hay kilómetros de malas carreteras, baches – y por supuesto algun avistamiento a pie de carretera que te obliga a parar. Total – que se necesitan varios días para recorrer bien el parque y te lo pasas siempre en el coche (no se puede salir si no quieres ser el aperitivo de algún depredador o el punching ball de algún hervívoro nervioso)
Decidimos ir en dirección opuesta Namutomi, que es el otro campamento que teníamos reservado, ya que ese camino lo haríamos igualmente al día siguiente.
No os vamos a aburrir con rutas o nombres de lugares – el resumen es que el día fue INCREIBLE. Vimos leones, zebras, gacelas, antílopes, ñús, buitres, hienas, chacales…la lista es demasiado larga para recordarlos todos, si no fuese por las fotos.
Volvimos superexcitados, casi como niños. Nos pasa lo mismo que cuando hicimos las primeras inmersiones de submarinismo en Asia o cuando vimos lava encima de un volcán – son tantos años viendo documentales y pensando que eso era para otros, para gente con mucha más suerte que nosotros.
Decidimos que a nuestros años no queríamos seguir en las tiendas, y descubrimos que la cena y el desayuno estaban incluidos en el precio de las habitaciones – eso sumado a los descuentazos que han hecho por el COVID hacían que casi costase lo mismo pillar habitaciones. Esa noche dormimos como bebés.
Camino a Namutoni
Bien descansados y con un mono terrible por ver más animales, abadonamos el campamento para dirijirnos a Namutoni, otro Lodge dentro del parque que fue una fortaleza en tiempos coloniales. Eran unos 120 Km de camino dentro del parque durante los cuales pararíamos en muchas pozas.
Este día fue aun mejor. Vimos todo lo que veis en las fotos y muchos paisajes de película. Los dos momentazos que no olvidaremos fueron:
La bella durmiente: Sandra lo vió debajo de un árbol. Estaba tumbado, solo le veíamos la espalda y la oreja…de vez en cuando se movía y podíamos ver los cuernos. Era muy frustrante no poder verlo de pie, así que esperamos y esperamos. Pasaron varios coches, sacaron fotos y se fueron cuando se dieron cuenta de que no se despertaba.
Un par de turistas bajaron del coche y se acercaron a sacarle fotos. Pensamos que eran unos inconscientes – y de verdad que no tenían ni idea del peligro de la situación. Sobretodo por lo que descubrimos después deque se fueran.
Sandra empezaba a impacientarse y empezamos a pensar en irnos, pero Sebas insistió en tener más paciencia. Casi 20 minutos viendo la espalda del rinoceronte…y entonces se levantaron – en plural. Mama rinoceronte y su cría.
Toda la espera valió la pena. No sabíamos qué decir, no parábamos de sacar fotos. Cuando ya llevábamos como 20 fotos de cada ángulo y cada pose, pasamos a los prismáticos y a la contemplación. Fue increíble.
Gatitos Gatitos: Cuando ya dábamos por acabado el día, y a pocos kilómetros de Namutoni, vimos un par de 4×4 parados. Eso es siempre señal de que hay algo que ver, así que nos acercamos lo más silenciosamente que pudimos con el coche. Al principio no veíamos qué miraban, porque como siempre esperábamos que el animal estuviese a unos 50 o 100 metros, medio escondido. Entonces bajamos mirada a escasos 10 metros del coche y vimos estas preciosidades.
Estábamos convencidos de que estos serían los más difíciles de ver, así que llegamos al campamento cantando «Campeones, campeoooones, oe oe oeeeee». Y para rematar el dia cambiamos el camping por habitaciones – cena al freso y camas limpitas.
Por supuesto, este día vimos muchas más cosas…no creáis que los rinos y cheetas fueron todo.
Abandonamos Etosha un día antes
Parece contraintuitivo, después de todo lo que hemos contado, pensar en dejar el parque un día antes de lo que habíamos planeado no?
Sin embargo hay que entender que para ver lo que vimos tuvimos que pasar horas y horas en el coche – que muchas pozas estan vacías y que el 80% de lo que ves son Zebras, Gacelas y Ñus. Sabíamos que iba a ser muy difícil conseguir momentos tán mágicos otra vez – las cosas solo se viven por primera vez una vez. Por otro lado, tener un día entero (y su noche) en las cataratas Victoria era algo que nos apetecia mucho. Hacer vacaciones con días limitados es un continuo ejercicio de priorización (dolorosa)
Antes de irnos decidimos recorrer algunas pozas alrededor de Namutoni. No tuvimos mucha suerte, excepto por los Gran Kudus que vimos – enormes y majestuosos, nos causaron una gran impresión.
Desde Namutoni nos esperaban unas 6 horas de coche (paradas incluidas) hasta Rundu.
El Camino hasta Rundu
En el camino hasta Rundu descubrimos una cara diferente de Namibia. Paramo a comer en Tsumeb, un pequeño pueblo que se autodenominaba «Hub industrial de la región». Antes de entrar vimos kilómetros de chabolas y chozas de miseria. Dentro de la ciudad bonitas casas con césped y piscina – todas con rejas, vallas electrificadas y cámaras. Hay que recordar que Namibia es el segundo (peor) país del mundo en lo que se refiere a distribucion de la riqueza (mayores desigualdades).
Comimo unos bocadillos (no fuimos capaces de encontrar nada más) y seguimos ruta.
Después de muchas horas de nada, al acercarnos a Rundu empezamos a ver otra vez las chozas y chabolas – pero más organizadas. No estaban a las afueras de Rundu – no dependian de Rundu. Tenían sus escuelas, iglesias, pequeños supermercados (de 50 m2). Todo muy básico, todo muy pobre, pero había cierto orden.
Todos estos pueblos se estructuraban alrededor de la carretera – que les suponía un peligro eviedente para niños y ganado (se circula a 120 Km/h, a 80 cuando pasas cerca de ellos), pero que también les daba de comer.
Vimos muchos niños y mujeres con bidones (buscando agua al pozo más cercano) – hombres pastoreando ganado o vendiendo artesanías a pie de carretera. Muchos nos saludaban con una sonrisa – algo que fascinaba a nuestros hijos. Ellos devolvían cada saludo y hacían preguntas sobre las condiciones de vida de esa gente. Amalia proponía soluciones «pues que hagan esto y esto otro y ya no serán pobres». Hugo comprendia mejor la situación y no preguntaba casi nada.
Rundu es más grande, caótica y ruidosa. Por suerte nuestro Lodge es un remanso de paz en el que podemos recuperar fuerzas…para volver a hacer otras 7 horas de camino mañana. Esperamos que tanto esfuerzo sea recompensado en Botsuana.
Ah! Y en la cena Sebas y Joan Carles probaron esos gusanos gordos y blancos que salen en todos los documentales – saben a pescado!
Gusanos, en serio? Jajajajaja. puajjj. Qué recuerdos me vienen de las fotos de los animales. Habríamos repetido cien días más! 🙂 En Kenia y en Serengueti cada día nos pareció distinto.
Por fin nos quedamos más tranquilos, las fotos espectaculares, pero faltan más de los niños! No me creo que Hugo haya comido gusanos y me conmovió la búsqueda de soluciones de Amalia a la pobreza. Ella es así, el corazón no le cabe en el pecho. Los queremos!!!