Sebas: La primera vez que leí «El Teide» fue en la puerta del supermercado de mi abuela – no enentendí porqué decidió llamar así al supermercado, y entonces me dijeron que era una montaña. Bueno, pues es mucho más que una montaña…es toda una reserva natural con un volcán en medio.
Sólo tenemos un objetivo hoy, llegar al Teide. Decidimos coger el camino desde La Esperanza, lo cual fue un acierto. A medida que íbamos subiendo el bosque ganaba en exuberancia y belleza, la única pega era que debido a altas temperaturas, los senderos estaban prohibidos y los miradores donde había vegetación también.
Eso no impidió que fuésemos parando donde era seguro para admirar el paisaje que era impresionante. La explicación en el centro de interpretación de El Portillo nos dejó las ideas más claras de como se habían formado las Islas Canarias y en concreto el Teide. No lo relatamos porque no es el objeto del blog y os vamos a aburrir cuando lo podéis encontrar en la red tan fácilmente. Tan solo decir, que la visita merece la pena, y sobretodo muy ameno para los niños.
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Aprovechamos para comer y refrescarnos en el único restaurante abierto en aquellos parajes, muy frecuentado por motoristas. Tras la comida, en búsqueda de Las Minas de San José, para que los niños levantasen piedras que parecían pesar pero eran ligeras como piedra pómez, casi perdemos el telesférico.
Entramos a las 16 horas y tas unos 8 minutos de ascenso llegamos 1000 metros más arriba. Las vistas eran espectaculares, viéndose La Gomera, El hierro y La Palma desde la cima. Hicimos los dos senderos que se podían hacer. EL primero hasta el pico viejo y el segundo llamado Fortaleza. La ascensión al pico no nos fue posible, porque hay que solicitar un permiso y porque la dificultad es alta y no está permitido a menores. No nos hizo falta subir al pico para ver las fumarolas,el olor a azufre, los campos de lava y el espectáculo ante nuestro ojos. Todo ello bajo un sol abrasador incluso en altura.
Al bajar, emprendimos otro sendero para volver a Santa Cruz, y pudimos ver los Roques de García, que tanto hemos visto en los billetes de 1000 pelas.
Decidimos innovar, y bajar por el camino que bordeo la Montaña Blanca hacia Granadilla, el resultado, vómitos y mareos por un camino tachonado de curvas.
Culminamos el día cenando en San Cristóbal de la Laguna, nos pareció más bonito que Santa Cruz, y el restaurante Gulagú muy acertado.
Rojos por el sol, polvorientos y cansados llegamos al alojamiento, tal y como solemos acabar nuestros días de vacaciones, ..petados.