Otra cosa no, pero nombres graciosos para cada sitio, en el Hierro abundan.
Empezamos por “La Maceta”, un lugar de baño que nos recomendaron unos niños muy simpáticos que encontramos en Los Sargos. Nos dijeron que era un buen sitio para Hugo y Amalia y no se equivocaron lo más mínimo – es quizás el sitio más seguro y mejor adaptado a niños y personas mayores.
Lo más alucinante del sitio es la cantidad de peces! Vimos más peces y más variedad (incluyendo bancos de peces!) que en las Islas Medas haciendo submarinismo. Pasamos horas persiguiendo peces y mirando el fondo – era como bañarse en un estanque japonés. Aquí es cuando empezamos a pensar en hacer snorkel con los niños más adelante.
Pasamos bastante tiempo en el agua y tomando el sol – y decidimos comer en el restaurante que lleva el mismo nombre (La Maceta). La comida está muy bien, las vistas son preciosas y la cerveza está bien fría. No es tan barato como otros, pero el ambiente es bastante “cool”. Nos gustó tanto que reservamos para cenar.
De ahí nos fuimos a un mirador llamado Tanajara -no vimos nada por culpa de la calima así que ni fotos sacamos.
Nuestra última parada es la segunda ciudad más poblada de la isla, La Restinga. Allí hay una “playa” de arena volcánica donde lo mejor es que los niños pueden tirarse desde lo alto del espigón (unos 3 metros) – algo que hicieron unas 50 veces al grito de “la última, la última”.
Cuando por fin fue la última, volvimos a La Maceta a por una cena y unos cócteles. El día ha sido muy completo para todos y acabamos reventados, tirados en la cama y disfrutando del airazo nocturno de la isla (poor man air conditioning)