5 días en Fuerteventura

Desde el Hierro a Fuerteventura nos esperaban dos aviones con la compañía Binter, pasando obligatoriamente por Tenerife. Con nuestro nuevo coche de alquiler un W Beatle descapotable íbamos molones, pero no nos cabían las maletas sino fuese por nuestro nivel experto de Tetris.

Después de pasar 5 días en la isla, creemos poder sacar un resumen de las diferentes zonas. Nosotros nos alojábamos en Costa de Antigua, digamos en medio pero en costa de la isla. Esta zona es para el turista inglés, cientos de casas apareadas y pubs de cervezas salpican esta parte de la costa. La zona sur es para el turista alemán, de hecho los negocios también los regentas alemanes. El norte es de los italianos. Este es un resumen de las zonas turísticas.

Si tenemos que elegir  una zona para alojarnos sería el norte , en Cotillo, un pueblo costero habitado por canarios y donde se puede apreciar el encanto de la isla. Los pueblos interiores también conservan sus casas típicas y un espíritu local que nos gustó muchísimo más.

Dicho esto, ya podemos empezar a relatar un resumen de los días pasados aquí, que se puede resumir en playas espectaculares.

Día 1: Betancuria Vacía

El día 30, es el que llegamos a Fuerteventura, nos dio tiempo de comer algo en cala Fuste (D3 restaurante), bañarnos en la piscina del alojamiento y salir hacia Betancuria, antigua capital de Fuerteventura.

No se si fue el hecho de llegar en un domingo y sumado al coronavirus, pero el pueblo, o al menos la zona más turística, estaba vacía y todos los bares y visitas completamente cerrados. Hacía frío y mucho viento, pero las vistas desde un mirador al menos merecieron la pena. Como no encontramos nada para poder cenar, tuvimos que volver a origen y cenamos de nuevo en Cala Fuste. Por el corona hay menos turistas y hay muchos negocios cerrados, nos dio bastante en que pensar, si esta crisis continúa, estas zonas que viven del turismo van a ser desiertos de casas y pisos vacíos.

 

Día 2: Isla de Lobos en Catamarán y Dunas de Corralejo

El 31 de agosto habíamos reservado un catamarán (Lobos In Catamaran) para ir a ver la Isla de Lobos, al noreste de Fuerteventura. De los pocos días nublados y con viento que hay al año, tuvo que ser uno de ellos. La travesía hacia la isla fue entretenida con bonitos paisajes, pero uno de los grumetes (Isa) empezó a marearse y a vomitar sin parar. Pese al tiempo llegamos a la isla, y pudimos fondear cerca de la Laguna, donde asomó un rayo de sol que sirvió como excusa para lanzarnos al mar con las tablas y los equipos de snorkel. El color del agua era de un azul  verdoso impresionante, con una visibilidad increíble y una cantidad de peces que acudieron a la llamada de las migas de pan.

Pudimos disfrutar del baño y comer lo que nos prepararon Alexandro y Andrea, algo bastante escaso, una ensalada, un trozo de tortilla del tamaño de un dorito, papas arrugadas y una macedonia de fruta. Muy muy escaso para 6, los niños se quedaron con hambre, pero como isa y Félix se marearon y no pudieron comer, arrepiñaron con un poquito más de tortilla.

La vuelta fue más movida si cabe y divertida. Ya en tierra nos despedimos de nuestros amigos, y nos dirigimos a las Dunas de Corralejo. Es un paisaje muy bonito, con playas kilométricas de arena blanca, dunas, y agua turquesa cristalina. Por el viento estaba la bandera amarilla y gracias a las nubes no nos achicharramos en las dunas desérticas. La verdad que disfrutamos todos.

Tras una ducha volvimos de nuevo a Corralejo para cenar con Isa y Félix, una buena cena en el restaurante Rompeolas. Despedimos la noche con unos cocktails, que bueno el reencuentro a 2500 km de casa.

Día 3: Playa de Sotovento

Hoy toca playa, mucha playa. Hace calor, el sol quema, no hay nubes, pero ahí vamos. Carretera al sur, directos a la playa de Sotovento. No vamos a describirla, es la estampa típica, es la playa ideal, no hace falta ir al Caribe, el paraíso está aquí. Nos pusimos en la lengua de arena rodeados por ambos lados de mar, y se nos mojaron todas las cosas. A quien le importa si lo que puedes ver es así de bonito. Gafas de snorkel y a  perseguir peces.

Para comer tuvimos que salir con el coche y fuimos a parar a Costa Calma, demasiado turístico. Tras una mala  y cara comida en Tasca Boutique Hola Marga, pero un buen café en el bar de al lado nos fuimos más al sur, a Morro Jable. Esto si es guiriland total, aunque la Playa del Matorral que es extensísima permitió que pasáramos de nuevo  una tarde en playa de aguas perfectas.

Se nos hizo tarde en la playa y con unas compritas que teníamos que hacer, con lo que tuvimos que parar a cenar en Morro jable. Pese a la oferta, los steak House, eran la norma, así que aunque fuese tarde compramos en el super y nos fuimos al alojamiento a cocinar.

De momento, el norte nos está dando cosas más auténticas, aunque las playas del sur son preciosas.

Día 4: Cuevas de Ajuy

Como nos tuvimos que acostar tarde, nos levantamos tarde y perreamos un poquito en el alojamiento. Tras la comida, pusimos rumbo a Ajuy y sus cuevas. Es un trayecto de unos 45 minutos por carretera desértica, salpicada con algún pueblecito, lo que lo hace entretenido.

La playa de Ajuy es de arena negra y perfiles escarpados, las dejamos para el final de la tarde ya que queríamos visitar las Cuevas de Ajuy, que según parece es donde se puede observar corteza oceánica como se formó hace 70 millones de años. El trayecto hacia las cuevas ya merece la pena, se pasa por unos hornos de cal, un pequeño embarcadero y se llega a las cuevas más accesibles, porque se ven más a lo lejos pero no hay camino para llegar.

La cueva en si no es muy profunda, pero el sitio es de gran belleza.

Tras la visita, nos remojamos en la playa de Ajuy y nos tomamos unas croquetas y unos quesos en uno de los pocos restaurantes del pueblo que tiene unos 150 habitantes.

Nos dio tiempo de volver a ducharnos e ir  hacia Cotillo a cenar con isa y Félix en el Olivo Corso, muy recomendable. Otro día en el que nos acostamos tarde.

Día 5: El Cotillo

Nos gustó tanto Cotillo que quisimos comer por la zona, y porque la siguiente playa que queríamos visitar estaba por allí. Fuimos directamente al restaurante Azzurro, donde comimos una paella exquisita y un vino Gallo blanco de Tenerife que nos ha sorprendido. Como toneles y con el calor nos fuimos a remojar a la Playa de Los Charcos, es tan espectacular que pasamos toda la tarde allí. Se crean piscinas naturales entre las rocas de agua cristalina, que hacen de esta playa un sitio muy especial.

Volvimos a Azzurro a ver la puesta de sol con unos mojitos y unos quesos. La verdad, que en este pueblo encontramos lo que buscábamos, eso más auténtico, más local. Cenamos pejerrey en Piedra Alta y nos volvimos al alojamiento.

Hemos podido adelantar el ferry a Lanzarote unas horas, nos encontraremos con Remei, Joan Carles, y esta vez, Grau de nuevo.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *