Habíamos contratado un chófer para que nos llevase al monasterio y nos llevase hasta Batumi (ya en Georgia) por 250 dólares los 10. Nos pareció un precio bueno y emprendimos rumbo al monasterio, Tras 1 hora de conducción temeraria llegamos al parque. Gracias a las indicaciones de un señor turco muy amable supimos que por 5 liras te suben en un minibús y te ahorras un ascenso a pie con un desnivel muy pero que muy respetable.
Una vez llegamos arriba, por 10 liras puedes entrar al monasterio en la piedra…. Aii no que lo abren en mayo de 2019 pero… estamos en agosto y no… no hemos abierto nada todavía. Así que toda la travesía en furgoneta, el ascenso en minibús para ver el monasterio no sirvió de mucho, ya que solo pudimos hacer fotos desde fuera y en la distancia. Decidimos bajar la montaña a pie, y muchos otros la estaban subiendo por el mismo camino… les quedaba un gran esfuerzo por hacer.
Antes de seguir rumbo a Georgia nos paramos a comer al lado del río y nos enteramos de algo muy interesante y desafortunado, y es que estábamos en la montaña cerca del pueblo Maçka donde se accidentó el avión Yak 42 con 75 personas, 62 de las cuales eran soldados españoles que venían de Afganistán. La vergüenza que supuso ese accidente y lo bien que viven algunos tras un error colosal (ministrillo Trillo) es bien sabido.
El relato del viaje en furgoneta a toda pastilla de aproximadamente tres horas, el estrés que pasamos en la frontera con los niños para pasar los 2 controles, en un ambiente en el que nadie respeta las colas y todo el mundo grita, os lo ahorramos. Resumen, caos.
Nuestro conductor kamikaze 1, se despide de nosotros; y del otro lado de la frontera nos esperan nuestros conductores kamikazes 2 y 3. La conducción en Georgia es peligrosa, por algún extraño acuerdo todo el mundo parece saber por donde va y con confianza, es por eso que un camión de gran tonelaje nos adelanta a nuestro taxi, al Mercedes furgoneta donde íbamos el resto… en una curva sin visibilidad. Fueron 15 minutos, pero fueron 15 calvarios.
Aún así, llegamos sanos y salvos a Batumi, a nuestro apartamento. Y como el apartamento es espacioso y podemos cocinar decidimos cenar y relajarnos con un buen vino y unas cervezas y dejar el peligro y el descubrimiento para mañana.