Volvemos a la carga, con Antonio , rumbo a la fortaleza de Kuélap, de la civilización Chachapoyas, también anteriores a los Incas.
Tras una hora y media de camino empedrado por sitios realmente remotos llegamos a el poblado de El Tingo, un pueblecito pequeño y muy agradable. Allí cogimos el primer teleférico de todo Perú del que se muestran muy orgullosos (20 soles por persona).. El sistema consiste en coger un bus que pasa cada 4 minutos, todo muy organizado por la empresa, el cual te lleva a las cabinas teleféricas.
Disfrutamos de las vistas y de las alturas, y no tanto del frío pues ya ascendimos a 3000 metros. Una vez arriba nos encontramos con Rigoberto, nuestro guía local. Más tarde durante la caminata descubrimos que Rigoberto participó en las excavaciones que descubrieron Kuelap, nos dio testimonio directo de muchas de las cosas que la fortaleza nos dio a conocer.
No es hasta el 31 de enero de 1843 que no se expone este monumento. Antonio nos contó cosas interesantes de origen militar, astronómico y de la vida cotidiana de los habitantes de la fortaleza. Los detalles de cada una de las edificaciones del interior pueden encontrarse en Wikipedia por lo que no nos vamos a extender. Al final se aliaron Incas con españoles para conquistar a los Chachapoyas
Volvimos de nuevo a caballo. Tanto la visita como las explicaciones de Rigoberto nos dejaron más que satisfechos, un lugar impresionante nada explotado, en parte por el acceso boscoso y con lluvias frecuentes. Ahora Chachapoyas tiene aeropuerto de estreno y tan solo desde el año pasado vuela una aerolínea Atsa. Además ahora hay teleférico, y aunque hay que caminar cuesta arriba ha simplificado mucho el acceso. Quien sabe como estarán en unos años, la región tiene un gran potencial turístico.
Comimos en un restaurante de El Tingo una sopa de litro que estaba de muerte y volvimos por otra carretera, la más rápida, que como están haciendo obras de mejora la cierran durante intervalos a lo largo del día. Y allí estábamos nosotros, parados , esperando como una hora y media hasta que decidiesen abrir la carretera de nuevo. Aprovechamos para comprar una viandas a una mujer con sus hijas pequeñas. La carretera se abrió al fin los coches salieron como estampida, incluido nuestro conductor, haciendo adelantamientos no aptos para madres.
Llegamos sanos y salvos, cenamos en el restaurante “Café Amazonas 632”, de nuevo super recomendable.
Mañana nos espera un día duro, vuelo Chachapoyas a Lima, y de Lima a Iquitos, por fin la Amazonas tropical! Queremos calor!!