Se acabó nuestro tiempo en Montenegro (otro de esos países en los que nunca te imaginas estar) – y eso significa otras 10 horas de coche hasta Sofía. Viva y Bravo (palmadas lentas)
Puestos a sufrir el largo viaje en coche y niños, decidimos volver a hacer parada en algún lugar interesante de Serbia (y la verdad, con este habremos visto más de la mitad de cosas que tiene Serbia en su top highlights): el monasterio de Studenica (patrimonio de la humanidad por la Unesco)
Lo resumiremos en pocas palabras: no nos impresionó. Los motivos de la declaración de la UNESCO están más relacionados con los frescos bizantinos (que vimos algo deteriorados, pero realmente bonitos – no dejan hacer fotos) y por otros motivos históricos (aquí se produjo la primera obra de literatura Serbia) – pero eso no te impacta cuando lo ves. Las comparaciones con los monasterios Búlgaros (Rila, Arbanassi) es inevitable para nosotros, y este era menos atractivo.
Lo más bonito es la parte hecha de mármol – parece nueva y es un material que no hemos visto en otros monasterios ortodoxos de la región.
Acabamos el paseo en 30 minutos, nos tomamos un piscolabis en la guesthouse del monasterio (servida por voluntarios y monjos) y seguimos camino hacia nuestro hotel. Al día siguiente la parada de descanso fue en Nis, pero tuvimos mala suerte y la torre de las calaveras estaba cerrada (los lunes cierran a las 15:00), así que seguimos hasta Sofía, donde ahora los chanchos duermen y escribimos estas líneas como nuestras últimas palabras desde Bulgaria.
La valoración del viaje la haremos en otro post.