Es un topicazo como una casa, pero Sebas le regaló a Sandra una escapada de 4 días a Paris (sin niños) por su cuarenta cumpleaños. No fue nada barato, pero no se hace una cuarentañera todos los días.
El apartamento era pequeño pero suficiente. Apenas lo pisamos. Nos pasamos todos los días en la calle, caminando por mogollón de distritos y viendo la vida en algunos barrios no tan turísticos. Nos sorprendió lo fácil que era todo y lo rápido que íbamos viendo cosas.
La suerte hizo que nos plantásemos delante del Louvre justo el día que lo abren hasta las 21:30…y aprovechamos la oportunidad para tachar una cosa de la lista. Por supuesto las 3 horas que estuvimos no fueron suficientes para verlo todo (ni para verlo con detenimiento), pero tampoco teníamos ganas de invertir más tiempo allí, así que fue perfecto.
Íbamos viendo las cosas según su proximidad en el mapa. Caminamos muchísimo y aprovechamos mucho el metro…y siempre nos sorprendía lo mismo: lo fácil, terriblemente fácil que es para nosotros movernos cuando no tenemos niños. No nos malinterpretéis – los hemos echado de menos y hemos hablado mucho de ellos y no vamos a empezar a viajar solos (los queremos con nosotros). Tampoco nos quejamos de los viajes en familia – los recordamos con mucho cariño y lo pasamos genial. Es simplemente que hace mucho que no nos movíamos sin ser responsables de nadie, y la verdad es que somos muy buenos (y experimentados)
No vamos a enumerar los lugares en los que estuvimos ni el orden porque en Paris todo es muy conocido y está llena de iconos fácilmente reconocibles (y de colas!).
La próxima escapada quizás sea a Roma…pero no sabemos cuándo. Nos ha venido muy bien ésta como pareja (y como viajeros).
Louvre
Paris
Versalles