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Después del palizón de no-Disney Shangai y de llegar a las tantas al alojamiento, el día siguiente nos permitimos el lujo de no madrugar, y apuramos al máximo el toque de queda del check out. Así que salíamos a las 12 del apartamento camino de la estación de tren a dejar las maletas para poder visitar la única cosa que nos habíamos propuesto ese diía, ver Tongli un pueblo de canales declarado Patrimonio de la Humanidad.
En la misma estación de tren y a punto de coger un autobús que duraba casi 2 horas hasta el pueblo, nos ofreció sus servicios un taxista que nos cobraría 400 yuanes por estar con nosotros todo el día. Ni pestañeamos, no subimos a la furgo y en 1 hora y cuarto estábamos en Tongli.
La impresión fue buena, comimos antes de entrar porque dentro los precios se disparan. Pero nos dimos cuenta de que es un pueblo mucho más tranquilo, no hay casi occidentales.
Decidimos recorrer los diferentes lugares de interés (que hay muchos) en triciclo. Nos llevaron a templos, jardines y otros recintos de cuyos nombres y propósito no nos acordamos, pero todo era muy interesante y estaba bien conservado – era fácil imaginar la vida allí cientos de años atrás.
Caímos como los peores guiris en un escenario «imperial» donde te disfrazaban y te hacían fotos. Es lo que tiene ir con niños, que te vuelves un poco niño también. Ellos lo pasaron muy bien, y quedaron guapísimos.
A la vuelta le pedimos a nuestro conductor que nos dejase en el «Old Town» de Suzhou. Es una calle donde toda la acción turística (mucha) se concentra en pocos metros cuadrados, alrededor de un canal. Escuchamos una interpretación de música china tradicional y nos montamos en un barco para recorrer el canal. Lo más interesante es que pasados los 300 metros de meollo turistico, se puede ver cómo vive la gente en realidad. Se ve gente hablando por el móvil a orillas del canal, otros pescando…alguna ventana abierta a un comedor muy humilde. Chafarderío internacional.
De ahí nos fuimos a la estación a tomar el primer tren nocturno del viaje (y el más caro). El precio que pagamos nos dió unas camas decentes y limpias y un trayecto tranquilo. No pudimos dormir mucho (por la dureza de las camas chinas), pero los enanos lo pasaron genial y durmieron del tirón. Para ellos dormir en un tren era uno de los «Highlights» del viaje.
Ja,ja,ja
No me lo puedo creer. Menudos disfraces!! Monisimos!! Esta foto me la guardo.
Qué estrés Disney! Port Aventura les gustará mucho más. Nos apuntamos con vosotros a pasar el día.
Amalia está enorme!
No lleváis manduca? Ai Maaadre