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Las metas del día eran pocas, ir a visitar dos de los jardines más emblemáticos y patrimonio de la Humanidad de Suzhou. No somos exigentes, viajar con niños te marca un ritmo más lento y los 40 grados …ayudan.
Empezamos por el Jardín del Humilde Administrador. Ni el precio de la entrada ni los jardines tienen nada de Humilde. Si el calor y la cantidad horrorosa de gente que hay en los jardines no te desorienta, puedes apreciar la enormidad del jardín y la cantidad de recobecos , rocas y lugares bonitos que hay. Lo recorremos a paso de tortuga, buscando la sombra, escapando de las ordas,de los cientos de chinos que quieren hacer fotos a nuestros hijos, algunos incluso cogiéndolos del brazo y cohibiendo a los niños. Empieza a no hacernos gracia, nosotros pediríamos permiso en su lugar, y no tocaríamos al niño o a su pelo sin el consentimiento de los padres. Pero es otra cultura y aquí nuestros hijos son diferentes.
Pasamos una calurosa mañana en el Jardín, una exposición de bonsais impresionante la hicimos deprisa porque estaban al solano sin protección.
Recuperamos fuerzas comiendo antes de ir al Jardín del Maestro de la Redes. Esto es otra cosa, había bajado la temperatura, pero lo mejor es que como es un jardín más pequeño no vienen las ordas de turistas, de hecho los que vimos eran occidentales y algún que otro chino. La experiencia fue totalmente distinta y a todos nos gustó mucho más, no era más bonito que el anterior ni mucho menos, pero estaba todo en silencio, tranquilo, en definitiva un jardín para relajarse.
A los niños les gustaron las formaciones rocosas artificiales que dejaban algunas entradas y salidas, como pequeñas cuevas. Escalaban como cabras y se escondían entre las rocas para darse sustos. Las carpas del lago también fueron una distracción (a ellos lo de la «calma y paz interior» todavía no les va demasiado)
Estuvimos muy bien, decidimimos cenar pronto que al día siguiente nos esperaba la fábrica Disney, Made in Shangai.