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Aunque al salir del parque de Huangshan estábamos convencidos de que volveríamos al día siguiente para acabarlo, la verdad es que los elevados precios de las entradas nos convencieron para dedicar nuestro siguiente día en algo distinto.
Pedimos al conductor del hotel (siempre nos asignaban al mismo chico, muy discreto y correcto) que nos llevase a 3 destinos en el mismo día:
- El pueblo de Hongcun (declarado patromonio de la Humanidad por la UNESCO)
- Las cascadas de los Nueve Dragones.
- El Valle Esmeralda
Empezamos por Hongcun. Al entrar al parque se nos acercó una chica para ofrecernos servicios de Guía en inglés (incluidos en la entrada). A Martin le pareció genial…a nosotros no tanto. En nuestra experiencia, los guías te cuentan cosas interesantes sobre el lugar que visitas (hemos encontrado algunos muy buenos en otros países)…pero a los 2 días te has olvidado de esos datos que siempre puedes refrescar en Wkipedia. Lo que queda para siempre es la experiencia, y esa suele ser mejor cuando vas a tu aire y a tu ritmo (no cuando tienes que seguir los pasos a otro).
Aguantamos a la guía unos 45 minutos, arrastrando a los niños tras ella mientras Martin prestaba mucha atención y nos explicaba los resúmenes. Algunas cosas fueron interesantes, no vamos a negarlo, pero la experiencia no estaba siendo buena (quizás no por la guía, sino por los 40+ grados de tempratura y los MILES de chinos que atestaban las calles del pueblo).
Nuestra guía era de las discretas. Las de los chinos iban con micrófono y altavoz colgante y hacían muchísimo ruido. Cada vez que un tour de 60 chinos con guia «Dobly Suround» se cruzaba en nuestro camino, el ambiente idílico se iba a la mierda (y a veces se concatenaban unos con otros).
El pueblo es precioso, las fotos lo atestiguan. Seguramente será mucho mejor en invierno o en otoño, cuando no haya tantos turistas chinos y el calor no te aplaste como una chinche sobre las calles.
A medio tour nosotros decidimos separarnos de la Guia y Martin y Ana continuaron con ella. Para nosotros la decisión cambió completamente la experiencia – nos metimos en una casa de té muy tranquila y pequeña donde nos relajamos, bajamos varios grados la temperatura corporal y tomamos perspectiva. Salimos de ahí y empezamos a recorrer el pueblo por callejones (no por las calles principales por donde pasaban los tours). Mucho mejor así, al final lo disfrutamos.
Nos fuimos bien comidos y medio muertos por el calor. La siguiente parada fueron las cascadas de los nueve dragones. No podemos decir nada porque cuando llevábamos más de 500 escalones decidimos que ninguna cascada valía el esfuerzo de subir otros 500 a pleno sol, y a medio camino decidimos salir de ahí y ver el Valle Esmeralda.
El Valle Esmeralda estuvo bien, sin ser increíble. No demasiadas escaleras (para nosotros que estamos ya curtidos) y algunos lugares donde los niños pudieron mojarse los pies y ver algunos peces.
Como de costumbre, lo que es una chorrada para nosotros (alimentar peces en un estanque) es el punto álgido del día para los enanos.