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Al principio Fuzhou no iba a ser nada más que el destino más barato donde podiamos volar desde Hong Kong y que nos metía de lleno en nuestra ruta, un lugar de paso. Sin embargo leimos que en Fuzhou se podian ver los «Three Lanes and Seven Alleys«, así que ese era nuestro objetivo para el día que teniamos «libre» en Fuzhou (desde que nos levantásemos hasta las 18:45 que salía nuestro tren)
Con lo que no contábamos es con que el aeropuerto estuviese a 55 kilómetros de la ciudad! Es como si pones un aeropuerto en Roda de Bara y le llamas aeropuerto de Barcelona. Llegamos a nuestro apartamento a las 02:00 de la madrugada…y a los dueños les dio por darnos charla y ser super amables (éramos los primeros occidentales que les reservaban)…y nos dieron las 03:00.
Las camas (para nuestro horror) eran estilo chino: maderas. Nada de colchones…ni muelles, ni latex ni leches – madera. Tardamos en dormirnos y solo fue posible porque estabamos muertos. Y sucedió el milagro del Jetlag y el cansancio. En esas camas como mesas, dormimos hasta la 13:00. Otro dia perdido!
Decidimos ir a dejar las mochilas a la consigna de la estación aprovechando que teníamos que recoger los billetes de todo el viaje (se pueden recoger en la misma estación los de todas las reservas). Tardamos una hora en ponernos en marcha…para cuando acabamos de recoger los billetes y nos dimos cuenta de que allí no habia taquillas (!!), ya eran las 16:00. Teníamos 4 niños, 8 mochilas y nada de comida ni bebida en nuestros estómagos (no lo hemos dicho? No desayunamos nada). La estación estaba llena de sitios de comida, pero todos al otro lado del control de billetes.
Pensamos que en 2 horas y media podríamos ir a comer algo al centro y volver. Pensamos.
Primero nos costó encontrar la parada de taxis. Luego, cuando teníamos 2 taxis delante nuestro, no sabíamos a dónde queríamos ir. No sabemos decir «Al centro» ni «a comer algo»…asi que pillamos la Lonely Planet de Martin y señalamos al primer punto de interés que encontramos con carácteres chinos – la Pagoda Blanca.
Evidentemente no teníamos ni idea de dónde estaba eso…y nos pasamos unos 40 minutos de taxi hasta llegar. Nos metimos en un restaurante bastante pijo en el que nos sirvieron muy rápido y muy bien. La comida estaba excelente y no se parecía nada a la comida china que vemos en chiringuitos baratos ni en España. Una verdadera experiencia gastronómica…a toda pastilla.
Sandra nos controlaba el tiempo y tuvimos que salir con los ultimos trozos de sandia aun en la boca. Tardamos más de 20 minutos en encontrar un Taxi (hasta que alguien nos indicó que la parada de Taxis estaba a 50 metros y que por eso ninguno paraba). Estrés.
Llegamos (solo nuestra familia) a la plataforma donde estaba nuestro tren…con solo 10 minutos de margen. Y ellos sin venir. Estrés máximo.
Cuando pensábamos que perderíamos el tren y que toda la ruta se fastidiaría…aparecieron ellos (familia Rodriguez Escobar) por los detectores de metales. El tren llegó justo cuando estábamos en la plataforma. Por los pelos!
Esto que se cuenta tan tranquilamente fue uno de los peores días del viaje. Sufrimos de verdad.
Y en lugar de ver lo que queríamos, lo único que podemos decir de Fuzhou es que nos dio una buena comida.
Las únicas fotos que tenemos, como no, son de nosotros corriendo y pasando de largo (con toda la histeria) delante de la Pagoda Blanca, de la que sólo pudimos hacer una foto rápida de la fachada.
Llegamos a Wuyi a la hora prevista. Conseguimos taxis sin problemas y 40 minutos más tarde estábamos en el hotel. Todos a dormir que mañana hay que ir a la monte Wuyi!
Dios mío, que estres! De relajarse y descansar ni hablamos verdad?
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