Everybody is Kung Fu fighting! Luoyang y monjes Shaolin

Esta entrada pertenece a la serie China
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El monasterio de Shaolin (en chino: 少林寺, pinyin: Shàolínsì; cantonés: Siulam; significa ‘El monasterio del bosque joven o nuevo’) es un templo budista, situado en la provincia china de Henan y famoso por su relación con el budismo chán (zen) y la conexión con las artes marciales de China.1 Es, probablemente, uno de los monasterios budistas más famosos en Occidente; conocido más por el arte marcial o Shaolin Chuan (chino tradicional: 少林拳, pinyin: Shàolínquán; significa ‘Puño de Shaolin’, también llamado Shaolin Wushu o Shaolin Kung Fu) que por el propio budismo.Wikipedia

Vamos, que esta es la «Cuna» del Kung Fu.

Nos tomamos nuestro tiempo en los guerreros de Xian, y cogimos el bus de vuelta a la estación de Xian, justo para cenar y coger el tren a Luoyang, un tren bala de algo más de hora y media.

Un taxista nos llevó a los 8 en un solo coche, y no tuvimos narices de decir que no porque no había ninguna otra opción a esas horas. Durante el trayecto y de forma muy pesada e insistente nos quería vender sus servicios de taxista para las excursiones que queríamos hacer allí. Fue tan pesado que nos convencimos de que no lo contrataríamos. Tras unos rodeos llegamos a nuestro hotel que aunque céntrico, el callejón parecía de peli de miedo, y la calidad normalita con un recepcionista que hablaba algo de inglés pero muy tosco.

Al día siguiente nos levantamos cuando quisimos hartos de madrugar convencidos de ver el templo Shaolin. En Luoyang no hay turismo occidental casi, la ciudad es más pobre y menos adornada que en las que hemos estado hasta ahora, todo es caótico, más sucio, más viejo. No hubo forma de aclararse para ir al templo, así que llamamos al pesado del conductor y quedamos con él a las 13:45 para ir al templo. Comimos donde pudimos porque las opciones culinarias que aprueben un certificado de calidad o higiene son nulas. Acabamos en un establecimiento donde tu mismo te hervías tu comida en un caldero central.

Por fin llegó la hora y nos recogió la furgoneta, aliviados porque no era el pesado del conductor del taxi, sino otro señor muy discreto, muy callado y muy amable. El trayecto duró una hora y media por una carretera de un solo carril y  con una conducción demasiado entretenida para nuestro gusto (esquivando hasta gallinas). Así recordábamos las carreteras del viaje anterior.

Llegamos justos para ver la interpretación de Kung fu Shaolin. Os podéis imaginar la excitación de Sandra y los niños. La exhibición estuvo bien, pero parecía una feria: vendían CDs y pinturas al final. Durante uno de los números salen tres participantes a imitar a un Shaolin que les va diciendo lo que tienen que hacer con la coreografía. A Sandra le supo a poco, pensaba ver una exhibición seria de kung fu, pero los niños salieron dando patadas y gritando «kung fu panda» y dando gritos de guerra.

La verdad es que daba un poco de pena ver como algo que se sustentaba en la meditación y el conocimiento de uno mismo se había convertido en un parque temático con souvenirs que caricaturizaban toda la esencia del Kung Fu.

Lo sigiuiente fue un paseo agradable por las instalaciones del complejo que son bonitas y situadas en una ubicación de montaña con riachuelo incluido, se cuidan bien. Rematamos la visita con el bosque de Pagodas, una visita tranquila y bonita.

Nos despedimos viendo a los escolares entrenar, se contaban por cientos, pueden empezar en la escuela desde infantil, primaria hasta secundaria. La verdad es que verlos avanzar en formación militar y cantando marchas daba mucho yuyu…sobretodo si pensamos en los números en los que esta gente se mueve.

A la vuelta le dijimos al conductor que nos llevase a la Old Street a cenar. La impresión fue distinta a las demás calles antiguas: poco cuidada, atestada de gente y de chiringuitos con pocos lugares para comer. Después de dar muchas vueltas nos metimos en uno que no tenía carta en inglés pero señalamos los platos de otra mesa, acertamos, comimos muy bien y nos despedimos del lugar viendo la Casa de la Consejería, muy bonita.

Luoyang es diferente, es China.

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