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Estos días tenemos poco que mostrar, porque no tenemos fotos de lo que pasa debajo del agua.
En Manado no hay mucho que hacer además de submarinismo…por lo menos si miras las guías de viaje. Sin embargo eso no quiere decir que no haya cosas que ver y experiencias interesantes en cada esquina, al fin y al cabo esto es Asia.
Al volver de nuestro primer Dive nos encontramos con una desagradable sorpresa: Hugo esperándonos con mala cara en el puerto. No aguantó bien la espera y estuvo llorando bastante rato…y cuando nos fuimos de nuevo después de comer fue peor, así que nos los llevamos a los dos en el barco, donde comprobaron que esperar en el barco es un aburrimiento.
Pensamos que la cosa mejoraría al día siguiente, pero no lo hizo, y aunque nos sentimos un poco culpables, decidimos que era hora de que Hugo entendiese lo que es sacrificarse por los demás. Es muy exigente (como todo niño) así que lo hacemos de la forma más pedagógica que podemos: con un ejemplo práctico.
Decidimos darle un ejemplo de cómo los papas se aburren para qué el se lo pase bien: los llevamos a un centro comercial en el centro de Manado, donde estuvieron horas haciendo el indio en un parque infantil.
La verdad es que salir del resort nos vino bien a todos, y tuvimos una experiencia muy interesante:
A las afueras de la ciudad la vida en los barrios más pobres es muy primitiva. Las casas son de chapa y algunas de Bambú. Algunas parecen las casas de los Orang Asli que vimos en Malasia. A medida que nos acercamos a la ciudad desaparece el bambú y empiezan las chapas.
Los autobuses son increíbles. Son pequeñas furgonetas compartidas que cada conductor hace suya y tunea a su gusto. Al final se convierten en autobuses de cholo o mejor aún, en viajes temáticos. Vimos personalizaciones de series de anime (One Piece), Goticos, Disco, etc. Cada viaje es una sorpresa…aderezada por la música que el conductor elija a toda pastilla. Es más como ir en el coche de alguien que como ir en autobus.
Pero sin duda, lo más remarcable, es la gente. Son muy pocos los turistas que llegan aquí, y menos los que van a la ciudad. Así que cuando nos presentamos en el centro comercial, nos convertimos en la gran atracción. La gente nos miraba y nos sonreía. Los dependientes de una tienda se juntaron en la puerta para decirnos a coro “Thanks for coming!”…y un hombre octogenario vino a preguntarnos de dónde éramos – cuando dijimos españa nos dijo “Buenas tardes” y reconoció el valor de Cervantes (nos emocionamos de que por una vez la respuesta a “Spain” no sea “Messi”)
Y por último, Amalia. Su pelo rizado y su “monería” la han convertido en una estrella de Rock. La gente le saca fotos, la coge en brazos, viene desde el otro pasillo para decirle algo…es alucinante.
Hemos decido reducir las inmersiones a 2 diarias (sólo por la mañana) para pasar menos tiempo lejos de ellos…pero Hugo no nos lo está poniendo nada fácil (ella es feliz siempre, a prueba de bombas)
Ja, ja, ja. No creo que Hugo aprenda la lección tan fácilmente