Zadar era una parada de descanso de camino a Plitvice. No esperábamos absolutamente nada de esta ciudad pesquera de 70.000 habitantes, y sin embargo, darnos unas horas para verla fue una buena decisión.
Una de las atracciones de Zadar, el agradecimiento al sol (Greetings to the Sun) es una instalación interactiva de luz que sólo se puede ver por la noche. La idea es que los dos (el órgano del mar y el agradecimiento al sol) son formas de comunicarse con la naturaleza (a través del sonido y de la luz).
Greetings to the Sun absorbe energía solar por el día, que se consume por la noche para mostrar patrones de luces que dependen del sonido del órgano del mar (algo así como un ecualizador visual enorme). Además, la energía solar absorbida se usa para iluminar todo el paseo marítimo.
Después de un día larguísimo, sólo Joan Carles y Sebas tuvieron energías para alargarlo a más de 20 horas y hacer una excursión relámpago para verlo por la noche. Y valió la pena.
Además de las dos instalaciones, el ambiente es especial. La gente va a ese sitio con el propósito de relajarse y meditar, y se nota. Con el órgano la gente se queda en silencio, pero con las luces empiezan a moverse y caminar sobre ellas, como niños jugando a una rayuela cambiante.
Al día siguiente fuimos todos a oir el órgano. A los niños les gustó pegar la oreja al suelo, aunque no entendían el significado completo. Las luces les habrían gustado más, una pena.
El centro d la ciudad estaba presidido por un Forum paleobizantino y una torre más moderna. Unas ruinas decentes y unas calles bonitas con un empedrado brillante y limpio. Mejor de lo que esperábamos.
Después de comer empezamos nuestro camino a nuestro último destino: Plitvice National Park.