Puesto que este año recibiremos al último miembro de la familia, los viajes van a ser cortitos y escasos durante los próximos 2 años (por lo menos). Viajar con Hugo ha sido más fácil de lo que esperábamos, pero añadir un bebé a la ecuación puede ser demasiado hasta para nosotros.
Tampoco podemos hacer unas vacaciones largas con Hugo (a China, India, Indonesia o Tanzania), porque queremos gastar nuestros días con la peque cuando llegue.
Por eso hemos decidido hacer algunas escapadas cortas que nos quiten un poco el gusano viajero y nos permitan compartir un poco de mundo con el enano.
Hemos elegido Holanda sencillamente porque la fiesta nacional (el cumpleaños de la antigua reina) coincide con la coronación del nuevo rey, y eso significa una fiesta en la que toda la ciudad se viste de naranja (algo digno de ver y muy divertido para un niño)
El vuelo fue bastante bien, casi todo el trayecto durmiendo. La llegada fue relajada, con Hugo jugando con las maletas de la cinta transportadora y alucinando por estar en un nuevo sitio. Creemos que después de Islandia, Brasil, Costa Rica y Milán él ya reconoce “estar de vacaciones” y lo que eso significa (cosas nuevas, mucho tiempo con los papas) y cuando llegamos al aeropuerto de Ámsterdam se dio cuenta de que las vacaciones habían empezado.
El apartamento que hemos reservado para los 5 días está muy bien. Tiene cocina, lavabo privado y una cama de matrimonio poco cómoda pero amplia. Lo malo son las escaleras enormes y empinadísimas y la cantidad de luz que entra por las enormes ventanas (aquí no hay persianas), pero en general nos alegramos mucho de no estar en una habitación de hotel.
Nuestro primer día en Ámsterdam los dedicamos a situarnos (con el transporte público, los carriles bici, los canales y las zonas de la ciudad). Encontramos una exhibición de jardines particulares (repartidos por toda la ciudad) y decidimos comprar un pase. Al final sólo visitamos 4 de los 15 permitidos, pero valió la pena para ver como viven los burgueses adinerados de la ciudad (para llegar al jardín pasabas por la casa)
La ciudad sigue bastante igual a cómo Sebas la recordaba, aunque el centro se ha vuelto aún más turístico y comercial. El centro (y el barrio rojo) atraen a la peor clase de turista, y se nota bastante.
Pasamos por el museo Rijks, pero una cola de 200 metros nos tiró para atrás. Lo intentaremos de nuevo en un día laborable, cuando por lo menos los holandeses tengan que trabajar y sólo compitamos con los turistas.
Al final del día, y aunque estábamos muy cansados del paseo, decidimos llevar al enano a un parque que hay cerca del apartamento. Los días son tan largos como en España, pero el frío es invernal a estas alturas del año (para un españolito, claro). Paseamos un poco por el parque, vimos una rana que se metió en el agua, una torre del mago (iglesia) y un dragón (disfrazado). Si añadimos un par de patos, la visita al parque fue un exitazo!
por fin noticias!! Los veo relajados y felices, ya contarán como fue el día de hoy con la coronación, los argentinos nos salimos, primero el papa, ahora la reina de Holanda
Un beso enooorme