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Hoy era nuestro único día completo en Rio, y teníamos que ver muchas cosas en poco tiempo, en una ciudad enorme y con niños. Decidimos pagar un pastçon considerable (220 R$ por persona) a un guía que nos hizo un tour privado, con un coche para nosotros.
El guía (Raúl) era un buen tipo, de familia bien y profesor de historia. Vivía en una zona pija de la ciudad y sus difuntos descansaban en la Iglesia Metropolitana…por lo que su visión sobre “el momento que estamos viviendo” era más que optimista (es cierto que las cosas están mejorando en Brasil, pero su visión era demasiado optimista).
El recorrido era el siguiente: Corcovado (Cristo Redentor), Escalera de Sela Ron, Catedral Metropolitana y finalmente Pan de Azúcar.
El Cristo Redentor es el sitio guiri por excelencia. Gracias al guía nos saltamos las colas y pudimos verlo en poco tiempo. Nos sacamos las fotos de rigor y disfrutamos de las impresionantes vistas de la bahía de Rio.
De ahí fuimos a ver algo menos común: la escalera de Sela Ron, un chileno que se ha hecho famoso por llenar una antigua escalera de Rio de baldosas de colores de cientos de países (146). Él sigue añadiendo cosas y cambiando la escalera día a día, por lo que es todavía una obra de arte viva.
Además de la escalera, lo interesante es el artista. Ha copiado algunas cosas de Dali y se ha convertido en un excéntrico para ser parte de la atracción. Haciéndose el loco (diciendo que él es mejor que Miguel Ángel, Picasso o Dalí o que es capaz de convencer a grandes intelectuales de semejantes verdades), se ha convertido en algo que los turistas queremos fotografiar y llevarnos en una postal. Un tipo realmente inteligente que ha elegido una forma muy dura de pasar a la historia de Rio: ocultando su inteligencia (o tomándonos a todos por tontos, según se mire)
De la escalera nos fuimos a la Catedral Metropolitana, otra sorpresa. Es radicalmente moderna por fuera y muy bonita por dentro. Para los amantes de las cristaleras de colores (Sebas) esto es precioso.
La última parada fue un poco decepcionante. Tomamos el Funicular hasta la primera montaña (Urca), y el tiempo nos detuvo allí. La lluvia intensa dejó una neblina que tapaba toda la ciudad y decidimos que no valía la pena subir a Pan de Azúcar.
Tardamos un poco en recuperarnos de ese mal trago, pero de vuelta al hostal Raúl (cuya empresa es www.riosdehistoria.com) nos dejó en la zona “bohemia” de Santa Teresa, donde pudimos comer pescado muy caro y comprar algunos souvenirs y pintar con tiza en la calle.
La cena fue un poco accidentada y nos acostamos cansados y un poco tristes porque se acerca el final de las vacaciones.
Rio ha sido mejor de lo que esperábamos.