- Un largo viaje hasta Brasil
- Rumbo a Río
- Lençois Maranhenses
- Caburé, el faro y el Rio Preguiças
- Traslado Infernal, ahora con niños!
- Visitando el paraíso
- Segundo día de playas
- Nos despedimos de Noronha
- Casita de colores y buen rollito
- Joao Pessoa, un descanso en el camino
- Capoeira y samba en Salvador
- Contrastes en Salvador
- Preparándonos para las Cataratas
- Cataratas de Iguazú: Lado Argentino
- Cataratas desde el lado brasileño y un asado argentino
- Sao Sebastiao do Rio do Janeiro
- Haciendo el Guiri en Rio
Lo teníamos decidido de antemano, iríamos a ver las cataratas desde el lado brasileño para completar las vistas y cruzaríamos la frontera para ir a Puerto Iguazú a comer un buen asado argentino.
Las cataratas estaban muy cerca del hostal, por lo que llegamos enseguida al estacionamiento. Las cosas han cambiado en 8 años y lo que recordábamos se ha modernizado muchísimo (además antes era de propiedad pública y hace poco se ha privatizado).
Un gran hall de acceso, taquillas y una cola para acceder al autobús que te ahorra unos 10 Km hasta los principales atractivos del parque. No era tan sofisticado tiempo atrás.
Los buses son enormes y albergan cantidad de turistas que acaban viniendo en oleadas. Coincidimos entre medio de 3 grandes grupos y fue una locura. Las pasarelas para ver las cataratas desde Brasil son estrechas, no hay grandes zonas habilitadas para el descanso y el camino asfaltado son apenas unos 1200 metros llenos de escaleras.
Todo influyó para que fuésemos deprisa esquivando a la gente, eso y que el día anterior nos dimos un atracón de cataratas. Las vistas son muy bonitas , porque si bien no estás cerca de las cataratas excepto en un punto, la vista panorámica es espectacular y uno se hace más a la idea de cuanto abarca el parque y sus saltos de agua.
Obviamente nos mojamos pero ya evitamos llegar hasta la garganta para no acabar empapados, hoy no nos apetecía tanto.
Al salir, siguiente misión, atravesar de nuevo la frontera y entrar en Argentina, Jordi era el menos convencido pero con un poco de insistencia y Fani…
Llegamos a un restaurante que nos pareció buena opción, el “Quincho del tío querido” y nos comimos unos bife de chorizo, mollejas, papas y choricitos, regándolo con un par de botellas de vino torrontés.
La sobremesa se nos hizo corta porque prácticamente nos echaron, y nos fuimos al centro de Puerto Iguazú a hacer unas comprillas y comer unos alfajores de maicena. La sensación fue extraña, cuando nosotros estuvimos en Puerto hace 8 años apenas tenían 30 o 40 mil habitantes, ahora son casi 90 mil, pero sigue siendo el pueblo tranquilo que recordábamos. Lo pasamos genial y volvimos con unas camisetas para los niños.
Fue una visita fugaz a Argentina, pero suficiente para ponernos el gusanillo de volver el año que viene si es posible.
Así terminó nuestro remake de las cataratas y nuestra pequeña vuelta a la patria.
Mañana toca Río..