Primer “tour” de Tailandia: a ver elefantes. Si vienes a Tailandia (y sobretodo al norte) acabarás teniendo alguna experiencia con Elefantes. Los elefantes ocupan un lugar muy importante en la cultura y en la religión thai (puedes ver esculturas de elefantes en los templos, y la cerveza nacional se llama Chang, elefante en tailandés). Las experiencias que puedes tener son:
- Ver un elefante en la calle, quizás un bebé elefante. El dueño te vende comida para que se la des al elefante (eso explique porqué vimos un elefante en medio de Bangkok la primera vez que estuvimos en Tailandia)
- Montar en un elefante, como parte de una excursión de un día o como actividad aislada. Normalmente organizado por una de las 350 agencias de viaje de Chiang Mai.
- Ver a un elefante haciendo cualquier tipo de acrobacias, desde jugar al futbol o pintar cuadros con la trompa en una especie de “circo” de elefantes (hay más de uno)
Las 3 experiencias tienen algo en común: los elefantes son brutalmente maltratados para conseguir que hagan lo que se supone que tienen que hacer. Los malos tratos, la separación de bebés de sus madres y la sobreexplotación de estos animales es algo que se ha mamado hace siglos aquí, y nadie se sorprende lo más mínimo (la ley los cataloga como animales de carga, matarlos es como matar una gallina).
Nosotros leímos todo esto mientras planeábamos los días en Chiang Mai, y encontramos una alternativa más “ecológica” en un santuario de elefantes fundado y dirigido por una tal “Lek” (pequeño en tailandés). El santuario es un lugar de rehabilitación y cuidado de elefantes domésticos maltratados, una especie de retiro (www.elephantnaturepark.org)
Pagamos bastante más que cualquiera de las tres experiencias anteriores (unas 5 veces más de lo que vale montar en uno de esos elefantes), 2500 Baths, pero fuimos contentos (y sobretodo, volvimos con la conciencia tranquila)
La experiencia es más informativa que interactiva (pasas más tiempo aprendiendo del guía y del documental que te ponen que con los elefantes), pero en conjunto no decepciona. De ese modo los elefantes no sufren tanto el estrés de tanto turista y tienen libertad para moverse.
Pudimos darles de comer, bañarlos e incluso tocar a uno de los bebé elefante (además de recibir varios “besos” y meter la mano en la boca de alguno). Sólo ejecutan los “trucos” a los que fueron enseñados en su día, pero no son instruidos para nuevos trucos. Se les enseña con refuerzo positivo.
La nota amarga: al final del día te muestran un documental donde se muestra cómo se “domestica” a un elefante. Si alguien se ha preguntado alguna vez cómo una persona de 70 Kg puede dar órdenes a un bicho de 10 toneladas:
- Se encierra al elefante en una jaula donde no puede mover ni un músculo.
- Se le pincha, corta y apalea durante DÍAS. Todo el pueblo participa en la paliza. Lo que se pretende es “romper el espíritu” del animal, lo que podríamos traducir en “provocarle un trauma de cojones, para que se cague de miedo en cuanto escuche la voz humana”. El “chamán” del pueblo lo decía de un modo más místico, pero os lo resumimos a lo occidental.
- Cuando el animal sale, se le hace un recorrido de 2 km, con órdenes de “para”, “sigue”. Cada vez que no obedece, jarabe de palo.
Al final tienes a un elefante herido, traumatizado y temeroso de cualquier cosa con 2 patas. Ya puede pedir en la calle, llevar turistas y pintar con la trompa. Cuánto hijo de puta y qué pocas balas.
Nos sentimos mal por aquella vez que montamos en elefante en la India. La ignorancia no nos libra de la responsabilidad, pero no volveremos a caer. Si venís a Tailandia, no lo hagáis vosotros.
gracias por las fotos y por hacernos caer en cuenta de las cosa malas que le hacen a estos seres tan maravillosos ,soy admirador de estos animales y tengo una coleccion de ellos en varios materiales menos en marfil gracias chao desde Colombia