El Valle de los Reyes y otras maravillas

Esta entrada pertenece a la serie Egipto
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Nos levantamos temprano para estar a las 9 preparados para el nuevo descubrimiento del día. Preguntamos a un taxista mayor que accedió a llevarnos a todos los lugares que teníamos previstos durante todo el día por 150 libras egipcias.

Nuestro taxista era muy educado, discreto, eficaz, prudente y muy profesional. Tuvimos suerte porque la mayoría intentan timarte o venderte algo.

Empezamos la mañana con los Colosos de Memnón. Dos estatuas enormes que representan a Amenhotep III y que daban la entrada a los demás tesoros del Valle.

A pocos minutos llegamos al Valle de los Reyes donde se enterraban en el Imperio Nuevo a los faraones. Una vez llegas al recinto pagas la entrada  correspondiente que te da derecho a entrar en 3 tumbas de un total de 62, hay que escoger bien. La entrada vale 60 L.E. ,30 para estudiantes como es nuestro caso.

Cuando pasas las taquillas tienes que pagar un minitrenecito por 4 L.E. que te traslada unos  500 metros que como el camino hace curva no ves el final y piensas que hay más trecho. Previamente te han sustraído cámara de foto y vídeo y no puedes hacer una puñetera foto.

Entonces quieres ver la tumba de Tut AnkH Amun (Tutankamón para los amigos) pero esa tumba es especial porque se tiene que pagar 100 L.E. extras (50 para estudiantes). Para hacernos una idea, cada tumba está excavada en la montaña y puede tener mayor o menor profundidad, la riqueza está en sus pinturas que en algunos casos se conservan con una belleza y colorido impresionante representando escenas de embalsamamiento de faraones o del libro de los muertos.

Decidimos entrar en la de Tutankamón porque sus sarcófagos y féretros en el Museo de El Cairo eran impresionantes. El morbo de esta tumba es que la momia de Tutan está dentro e incluso muerto impone. A Jordi se le ocurrió la feliz idea de hacer un vídeo con el móvil que no pisparon, pero el guardián lo pilló. Naaaada, no problem, nada que una propinilla-soborno no pueda arreglar en Egipto.

Animados nos fuimos a otra de las tumbas importantes, Ramsés VI, también por un coste extras de 25 L.E estudiantes. Este faraón fue mucho más poderoso e importante, y su tumba estaba acorde con su posición. Las pinturas, relieves y jeroglíficos sobrecogían por la elegancia y el colorido. Era preciosa. es fácil imaginar el Valle lleno de esas tumbas repletas de objetos, paredes con jeroglícios y color, muchísimo color.

La tercera tumba en importancia era la de Sethi I, pero estaba cerrada porque un grupo de egiptólogos yanquis habían pagado para tenerla para ellos solitos, ratificando nuestra idea de que en Egipto el dinero (y ni siquiera mucho) lo consigue todo.

Así que fuimos a ver otras tres tumbas al azar, si mal no recordamos vimos la de Ramsés IX, Ramsés III y creemos que la de Tuthmose.

Saturados por el calor del desierto y las 3 horas de tumbas, decidimos saltarnos el valle de las reinas,por ser mucho más pequeño y albergar como tumba importante sólo la de Nefertiti. Teníamos que elegir ver otras cosas.

Le dijimos a nuestro taxista que nos llevase a ver el Rameseo pero como se podía ver por fuera perfectamente, el día se nos hacía corto y no parecía nada del otro mundo comparado con lo que nos esperaba decidimos ir al Templo de Hatshepsut o como ellos lo llaman Al-Deir AL-Bahari, igualito.

El templo era una auténtica pasada, en medio del desierto, con una montaña como fondo parecido a un cañón y el templo literalmente incrustado en la roca. Una delicia para la vista, nos perdimos entre las columnas igual que si fuese una película. El tiempo pasaba deprisa y no paramos ni para comer.

Nos apañamos unas patatas fritas, galletas y muchísima agua (los listos la cobran como si fuese champange) que racionamos durante todo el día.

De allí condujimos entre la polvorienta carretera hasta el Templo de Ramsés III o Medinet Habu. La entrada monumental representa a Ramsés castigando a prisioneros en presencia de los dioses. El templo es espectacular por lo tanto unas imágenes harán más justicia. Lo mejor es que estábamos casi solos, ideal para comerse unas papitas a la sombra de una palmera y disfrutar de las vistas.

Saliendo de allí con pocas fuerzas por las casi 6 horas ya de camino y sol, llegamos a Deir Al- Medina, que no es otra cosa que el Valle de los Artesanos que construían la tumbita de Tutmosis. Decidieron ir enterrándose obreros y artesanos en ese mismo lugar. Las tumbas son pequeñas, no tienen relieves ni jeroglíficos pero no por eso dejan de tener mucho encanto. Además desde la colina que ocupa el poblado se podían ver las vistas y la luz como iba disminuyendo poco a poco.

Volvimos contentos al hotel, los pies llenos de polvo, las marcas del sol de las zapatillas en los pies, sudados, cansados, con hambre, medio muertos y con 75 euros menos por pareja debido a entradas y taxi. Pero la verdad, no dudaríamos los cuatro en recomendar esta experiencia o repetirla de nuevo

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