De vuelta en México

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Hemos estado mucho tiempo sin publicar absolutamente nada. No es que no hayamos hecho nada, simplemente nos ha invadido una sensación de relax y estamos un poco perezosos.

Emprendimos camino desde Guatemala (Flores) hasta México (Chetumal), un camino en principio pensábamos que directo, pero luego descubrimos que teníamos que pasar forzosamente por Belice. Así que pasamos 3 fronteras en un sólo día.

Llegamos a Chetumal temprano y el plan era quedarse allí ese día, pero pudimos enlazar con un bus que nos llevaría a Tulum. Lo pillamos, cuando los autobuses en México son de lujo, es que son de lujo.

Nos bajamos en la calle principal de Tulum, llena de restaurantes y hoteles. El problema de estar en el pueblo es que estás lejos de las ruinas mayas y lejos de la playa. Nosotros queríamos estar lejos de la ciudad para relajarnos en la playa. Así que buscamos en internet un hostal y cogimos un taxi que nos llevara.

El taxi nos dejó en la entrada del hostal, en medio de la nada, de noche, donde los mosquitos nos estaban comiendo. El hostal «El Lobo Inn» no tenía habitaciones dobles, sólo literas y no queríamos esa opción por ahora. Fuimos al hostal de al lado, «Los mapaches», lo mismo. La verdad es que de noche no se veía absolutamente nada y el paisaje parecía estar totalmente desierto. Los chicos de Los Mapaches nos indicaron un par de hoteles cercanos y acabamos en el segundo un poco a la desesperada, porque el hotel estaba bien pero era un poco caro.

Al día siguiente cuando nos levantamos, nublado, como acostumbra a estar todos estos días, vimos que la zona en realidad estaba a petar. Muchos turistas, a docenas llegaban en bus a nuestro hotel para desayunar, taxis, furgonetas, de todo. Nuestro hotel estaba a 500 metros de las ruinas mayas, y por esa misma razón de la playa, pero de noche estaba tan oscuro que no nos dimos cuenta de nada. Los restaurantes de la zona con precios europeos, carísimo.

Fuimos a ver las ruinas, como no, por eso habíamos parado allí. Nos costó 48 pesos entrar, eso nos animó, porque el gentío de turistas no hacía más que desanimarnos.

Las ruinas estaban muy bien, el emplazamiento, al lado del mar espectacular, pero el mogollón de guiris en tours organizados queriéndose hacer fotos en todos lados nos traía de cabeza.

Aún así intentamos disfrutar de las ruinas, del período en decadencia maya, y en una horita ya nos hicimos bastante a la idea.

 

Salimos pitando de Tulum y de sus precios. En frente del hotel cogimos una furgoneta a Playa del Carmen que tardó una hora si llegó.

Con la furgoneta pasamos delante de un hotel, «Hotel LunaSol», y nos gustó, además de ver dos mochileros en la puerta, buena señal. En cuanto nos bajamos de la furgoneta nos dirigimos hasta allí. En cuanto vimos la habitación nos la quedamos. Enorme, muy bien decorada, con terracita, wifi, tele por cable, nevera y una piscina con jacuzzi de muerte, por 24 euritos.

Playa del Carmen es un pueblo costero, con playas blancas de aguas transparentes, mogollón de guiris y mogollón de servicios, de momento un buen lugar para relajarnos.

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