Nos levantamos muy temprano para ir a Guatemala, en concreto hasta Antigua Guatemala, la ciudad colonial por excelencia del país. Nos esperaban 12 horas de viaje en furgoneta. Hicimos acopio de víveres porque nunca sabes si las furgonetas van o no a parar.
Vinieron una hora después (pero dentro de su horario no nos podemos quejar) y la furgoneta estaba francamente bien. Nuestros compañeros de viajes eran europeos y 6 israelitas, hay mucho turismo de Israel en estos países.
Después de 3 horas con pausa para desayunar llegamos a Cuachtemoc, el pueblo mexicano fronterizo. La oficina de inmigración hubiese pasado desapercibida o por un puesto de venta de refrescos si no nos llegan a avisar de que es ahí donde se estampa el pasaporte. Fue fácil.
Unos minutos más en furgoneta y llegamos al primer pueblo de Guatemala, La Mesilla. Ahí cambiábamos de furgoneta. En el puesto de inmigración de Guatemala, querían cobrarnos 20 quetzales (2 euros) por estampar el pasaporte. Nos negamos, lo habíamos consultado con el ministerio español y no teníamos que pagar nada. Nos dieron un papel para no dar problemas, y los guiris pagaban como churros. Ya sabemos que no es dinero, pero no alimentaremos la corrupción aún más.
Cambiamos de furgoneta, cambiamos de país. La nueva no era tan confortable. La carretera, de un sólo carril, estaba llena de tumultos o lomos de burro o badenes como se les quiera llamar. El viaje largo, incómodo. Aún así el paisaje había cambiado, las montañas verdes no desaparecían, los pueblos pequeños, muy muy básicos aparecían cada muchos kilómetros. Los vestidos de las mujeres eran diferentes, pero siempre con mucho color.
Después de 6 horas de camino llegamos a la primera parada, Panajachel, aún quedaban 3 horas más para Antigua y estaba oscureciendo, cosa nada recomendable para andar por según que sitios de Guatemala. Incluso con reserva de alojamiento en Antigua, la corazonada (y el culo) nos hizo bajarnos en Panajachel y dejar Antigua para otro día.
No sabíamos nada del pueblo, sólo vimos que había muchos turistas. Encontramos un hostal genial. Veremos que nos depara el pueblo mañana.