- Yataaaaaaa!!!
- Regreso al futuro VI: Tokyo
- Ooooohhhh Psssshhhhhh!!!
- Regreso al pasado: Kyoto
- Cazando Geishas!
- Una noche en el templo
- Las 50.000 linternas de Nara
- La hermana fea de Japón: Osaka
- El Castillo de Himeji
- Kanazawa
- Samurais y Geishas
- Hiroshima
- El Volcán Aso y los infiernos de Beppu
- Solos en Hakata
Llegamos a Nagoya muy relajados. Empezaron las primeras experiencias japonesas. Todo el aeropuerto superlimpio, impoluto, música relajante. Y… entramos al lavabo.
Las luces se encendieron automáticamente, el lavabo (nos referimos a lo comúnmente llamado «retrete») tiene música, odorizador, lavaculos, lavabajos y secador de ambos. Tirar de la cadena es automático. El dispensador de jabón, el agua y el secador de manos todo automático, pero como en una peli futurista.
De Nagoya aeropuerto teníamos que ir a Nagoya ciudad a coger un autobús nocturno que nos dejaría en Tokyo a las seis y media de la mañana. Era un palizón pero teníamos ganas de ver a la familia que nos estaba esperando.
Cogimos un tren a la ciudad y ya descubrimos 2 normas del transporte japonés. Los trenes son puntualísimos pero también muy caros. Las estaciones de tren son modernas y complicadas a matar sobretodo si no hablas el idioma, y digamos que los japoneses no saben mucho que es el inglés.
Otra sorpresa de Japón, la comida es barata y de muy buena calidad. De hecho es más barato que España y mucho más barato que Australia.
Legamos a la estación de autobús gracias a una japonesilla la mar de simpática que nos llevó directamente. Durante el camino nos llamaba la atención, los carteles y pantallas gigantes, el neón y los japoneses porque somos tan distintos.
El viaje en bus barato ( y decir bus barato en Japón es decir bus muy cutre) llegamos a Tokyo. Hacía un calor agobiante y las mochilas nos pesaban un montón. El metro de Tokyo es una puta locura, es el resumen perfecto.
Llegamos a nuestro hostal, dejamos las mochilas porque no podíamos entrar en las habitaciones hasta las tres de la tarde y nos fuimos a buscar a la family a su hotel. Después de perdernos y ya hartos del calor (sólo eran las 10 de la mañana), nos encontramos en un paso de cebra. Los saltos de alegría, los besos y abrazos en medio del paso de cebra llamaron la atención de los japoneses. Nos importó bien poco, llevábamos 7 meses sin vernos. Acababa d empezar la aventura japonesa.
Que alegria me da veros a todos juntos :’)
Ai que se me cae la lagrimaaaaaaaaaa :'(((
Guapos!!! Os quiero!!!
:******