Tasmania? ¿Donde coño está Tasmania?

Esta entrada pertenece a la serie Australia
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No pudimos evitarlo. Nos molan los destinos raros (o por lo menos lo que es raro para un españolito) y estar en Tasmania era tan remoto como irse a Borneo. ¿A quién conoces tú que haya ido a Tasmania? ¡Pero si hasta ayer pensábamos que Tasmania era un invento de la Warner!

Pues no. Tasmania existe. Y los Demonios de Tasmania también. Y allí nos fuimos a comprobarlo, como dirían en los reality show de la tele.

Salimos de Melbourne a las tantas de la madrugada (algo que se está haciendo costumbre) y llegamos temprano a Hobart, la capital de Tasmania. La primera impresión fue la de haber vuelto a Nueva Zelanda: una ciudad limpia, ordenada, pequeña y tranquila (de hecho era domingo, y la tranquilidad rozaba el nivel «pueblo fantasma»).

Supongo que nos habríamos fijado más en Hobart si no hubiésemos visto otras «ciudades-pueblecito» en Nueva Zelanda. El caso es que decidimos descansar en el hostal todo el día.

Al día siguiente nos fuimos a la compañía de alquiler de coches (Lo-cost rentals) para alquilar el cochecito más barato y hacernos la isla. La sorpresa fué que el servicio de atención al cliente fué malísimo y los precios era más altos de lo que aparecía en Internet. Al final decidimos volver sin coche al hostal para pensar una nueva estrategia.

Habíamos visto un cartel en el hostal en el que se ofrecía lo siguiente:

  • 3 días de tour por Tasmania, con una ruta ya pensada y que no estaba nada mal
  • Compartir gastos de gasolina con los pasajeros de una furgoneta. Cada uno dormiría y se alimentaría por su cuenta. Era solo cuestión de compartir transporte.
  • Tendríamos un «conductor» (el dueño de la furgoneta) que a la vez haría de guía.

Sacamos cuentas y vimos que, a pesar de ser muy justo de tiempo (nosotros teníamos 5 días y ellos lo hacían todo en 3) era realmente barato. Y el hecho de que uno de los que publicaban el anuncio hablase español nos hizo decidirnos.

Llamamos a Miren (la chica española) y quedamos ese mismo día para conocer los detalles. En realidad los detalles estaban claros en el papel…era más bien para ver si nos caíamos bien. Y nos caímos genial desde el principio.

Otro día sin hacer nada en Hobart. Bueno, nada excepto estar de vacaciones, claro.

Al día siguiente, a las 6:30 de la mañana, salimos con Jason (el conductor, nacido en Tasmania), Miren (de Pamplona) y Suse (una china que vivía en Shangai) en una furgoneta roja repleta hasta los topes de mochilas, bolsas de comida y aparatos electrónicos raros como una nevera para enfriar las cervezas con la batería del coche.

Así empezó la aventura. Así conocimos Tasmania.

 

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