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Cargados con nuestra tortilla española en un tupper, nos fuimos al Abel Tasman National Park. Es un parque natural de costa con reserva submarina. Las carreteras aquí no son muy fáciles que digamos y aunque nos habían dicho que los 50 km hasta el parque nos los hacíamos en 1 hora, y una leche!!! íbamos escopeteados, nos perdimos alguna vez y hay una farolilla pobre que llora en silencio… no desvelaremos el porqué.
El caso es que llegamos a tiempo para coger el barco taxi, que te va dejando por algunas calas porque si decides hacer el parque andando tardas 6 días. Como nosotros lo que se dice en forma estamos – en forma de pelota – decidimos coger el taxi y hacer el trayecto más guapo a pie, unas 2 horas y media caminando.
El parque mereció la pena, pudimos ver focas y hasta un delfín que nos estuvo siguiente un buen rato. Los paisajes durante el paseo también eras bonitos y muy agradables porque estábamos prácticamente solos, pero a nosotros lo que más nos gustó fueron los animales porque no los habíamos visto antes tan de cerca, el zoo no cuenta.
Acabamos rendidos, hechos polvo (qué viejos que estamos) y con el tupper rechupao. Esa noche dormimos como lirones, no así la pobre farola.