Historia de una Ida…

Esta entrada pertenece a la serie Nueva Zelanda
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«Esta es la historia de una ida y una vuelta».

Así empieza «El Hobbit», el primer libro de la saga «El Señor de los Anillos», escrita por J. R. R Tolkien y llevada recientemente al cine por Peter Jakson. Éste último decidió rodar la película en Nueva Zelanda y desde entonces el mundo entero conoce los maravillosos paisajes que este país tiene.

La nuestra también empezó como la historia de una ida. Y menuda Ida!

Todo empezó en Kuala Lumpur a las 18:00. Tomamos un taxi hasta el aeropuerto y estábamos allí a las 19:00.

A las 19:15 ya estábamos con las maletas en el mostrador de check-in, donde una amabilísima musulmana nos informó de que sin visas australianas no podíamos subir al avión.

– Ejem, Ejem…somos ciudadanos europeos – le recordamos nosotros en plan chulillos

– Ya, pero si se viaja desde Malasia hace falta un visado. Lo siento

Seamos sinceros: nos cagamos vivos. Teníamos todos los vuelos cerrados hasta Japón en agosto…perder uno significaba perder mucha pasta o mucho tiempo.

Nos vino a la mente la escena con el poli ruso «Problem Problem, No Pekin». Pero el gobierno australiano no es como el ruso.

Sólo hizo falta conectarse a Internet (4 € por 20 minutos en la sala VIP del aeropuerto) y pagar 14 € por cabeza a través de Internet para tener las visas. En menos de 20 minutos todo estaba resuelto. Burocracia cero.

Esperamos a embarcar entre risas tontas de histeria superada y a las 21:00 salimos con destino a Gold Coast (Australia)

El vuelo se hizo eterno. Fueron 8 horas en las que no pudimos pegar ojo (nos sentamos atrás de todo, donde se olía a comida y las azafatas no paraban de hablar y reir). Llegamos hechos dos guiñapos al aeropuerto de Gold Coast a las 07:00 de la mañana, hora local (jet lag de 2 horas)

De ahí tuvimos que tomar una serie de autobuses y un tren de 2 horas hasta el aeropuerto de Brisbane, a unos 100 Km del primero.

En Brisbane tuvimos que esperar nada más ni nada menos que 7 horas al siguiente vuelo. Esperar en un aeropuerto con la papa de no haber dormido es genial…lo más parecido es pillarse los dedos con la puerta del coche.

A eso de las 19:30 salimos en otro vuelo hacia Auckland, Nueva Zelanda. Otras 4 horitas en las que Sebas estaba con temblores y dolores de cabeza y Sandra tampoco andaba muy fina.

Llegamos al aeropuerto a las 0:45, y al hostal a las 1:30. Nuestra reserva no sirvió de mucho, y nos dieron una habitación doble al mismo precio que un dormitorio. Estupendo, si no fuese porque a las 09:00 teníamos que cambiar de habitación.

En fin…ha sido largo, pero ya estamos en la otra punta del mundo.

Y cómo es Auckland?

De momento se puede decir lo siguiente:

  • La ciudad es bonita. No tiene  demasiada personalidad para un occidental (sobretodo después de ver las capitales del sureste asiático), pero es un lugar bonito para pasear y vivir.
  • Los kiwis (se llaman así a los habitantes de Nueva Zelanda) son muy parecidos a los irlandeses. Son como la versión campestre de los ingleses. Son amables y muy directos.
  • Nada es gratis en Nueva Zelanda. El Hostal nos cobra por TODO lo que en otros países era gratis (Internet, Taquillas, Toallas). De hecho, un español que conocimos intentó pillar otra conexión por la jeta, y le salió un mensaje muy mono «Nothing is free in New Zealand».
  • Tener un coche es un infierno en Auckland. Alquilamos nuestro cochecito para recorrer el país (estamos emocionados con la libertad que nos da) y hemos tenido que pagar 4 NZD (2 euros) la hora para aparcarlo en la calle. En Auckland no existen plazas gratuitas de parking…y nos hemos visto atrapados en el hostal para echar monedas cada hora al parquímetro (menuda libertad de coche!)

Mañana nos vamos a Rotorua, uno de los puntos fuertes del viaje. Esperamos paisajes volcánicos y geisers en erupción. Las fotos serán chulas chulas.

De momento, ya nos cocinamos nuestra propia comida y nos hemos jalado un filete de ternera de 1 Kg mínimo!

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