El año nuevo budhista en Phuket

Esta entrada pertenece a la serie Tailandia
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La noche del 11 de Abril abandonábamos Koh Tao, nuestro paraíso del submarinismo y muy agradecidos a Peter, nuestro instructor por hacer un buen trabajo con nosotros. Nos íbamos a Phuket, el gran destino por excelencia de las playas tailandesas.

El barco nocturno no tenía desperdicio, en una gran sala interior, en enormes tarimas, unas 60 colchonetas de estrecho tamaño (50 cm), y cuando decimos estrecho quiere decir que cabemos tumbados boca arriba, nuestros brazos en el límite de la colchoneta. Aún así fue una sorpresa, esperábamos sólo asientos. Después de compartir nuestro espacio vital con una pareja de franceses a la izquierda , y un par de ingleses a la derecha, y gracias de nuevo a la industria farmacéutica, logramos dormir.

Llegamos a Surat Thani a las 5 de la mañana, desde allí un paseo interminable en bus hasta Phuket. Es una isla de Tailandia en la costa oeste, sin embargo accedimos a la isla por un enorme puente.

Una vez llegamos a Phuket capital, sí sí capital, una ciudad grande dentro de una isla, sorteamos a las docenas de taxistas buitres que querían llevarnos a nuestro destino: Karon Beach. Por supuesto huímos despavoridos ante lo que pensamos es una sangría en Tailandia, 10 euros por 8 Km.

Paseamos sin rumbo por la ciudad, nos sentamos agotados y un oportunista nos ofreció llevarnos, después de un duro regateo nos llevó por 4 euros, no está mal. El viaje resultó agradable, era amable y se agradecía el aire acondicionado del coche.

Finalmente llegamos a Karon Beach, el día antes de fin de año. A primera vista impresiona la cantidad de restaurantes para guiris, los elevados precios para todo, sombrillas en la playa de pago, palmeras «postizas», ¿para esto es lo que pagan los europeos del norte? porque para esto te quedas en España. Y así es, efectivamente no hay españoles por aquí, pero sí alemanes, suizos, etc, como en las costas españolas. Las playas siguen teniendo el agua clara, pero no tienen ni por asomo el encanto de Koh Pha Ngan o Koh Tao, esto no es el paraíso.

El Hilton y los grandes resorts copan la primera línea de playa, y ofrecen barbacoas de pescado por una burrada. Nosotros nos hartábamos de comer pescadito fresco, incluso en la propia arena de playa, en nuestras añoradas islas.

El presupuesto se iba a resentir seguro, pero queríamos comprobar con nuestros propios ojos porqué todo el mundo elige Phuket como destino paradisíaco tailandés. Si la gran masa de turistas venimos aquí, mejor para los afortunados que elegimos otras islas casi desiertas, porque permanecerán así durante mucho más tiempo.

Al día siguiente, 13 de abril, era fin de año budhista, para ellos es el último día del año 2551. Karon Beach, como toda la isla, se abarrotó de gente en las calles tirando agua y untándose de talco, así se celebra aquí. Se agradece mucho el agua con este calor, pero los más espabilados y un poco cabroncetes te tiran agua helada, eso no mola tanto. Lo mejor que puedes hacer es unirte a la fiesta, y tirábamos agua por todas partes, guiris y tailandeses nos tirábamos agua entre nosotros, a veces delicademante, a veces a mala ostia; era genial. La gente va en camionetas tipo rancheras con bidones de agua, en los semáforos los locales paran el tráfico para mojarte, y ríen, ríen y beben. Pudimos contemplar un fenómeno inaudito, tan extraño como un extraterrestre : un ruso contento y feliz, que nos dio a probar su ron-cola, con más ron que cola.

Comimos y cenamos como reyes, fue un día perfecto, pese a todo Phuket nos podía ofrecer algunas sorpresas.

Al día siguiente, alquilamos una moto, hicimos algunas compras en la ciudad y nos fuimos a la playa por excelencia: Patong Beach. Íbamos tan tranquilos con la moto cuando nos para el control policial, merda.

Mientras en Tailandia península puedes ir sin casco, y en el resto de Phuket también, en Patong beach no. Así que nos encontrábamos en un control de carretera con los simpáticos policías de tráfico tailandeses, sí eran simpáticos. Aunque sólo paraban a los guiris, pedían casco y licencia, cosa que nos parece muy bien, pero no paraban a ningún local, no es genial?

Sebas se fue a pagar la multa a la central de policía (6 euros, no es mucho) y a mí me obligaron a permanecer en el control, hasta que Sebas volviese con la multa pagada. me convertí oficialmente en el «depósito», sino pagaba la multa no podía volver a por su novia.

Sebas cuenta que en la oficina policial no paraban de entrar guiris con multas para pagar, qué máquinas. Y mientras estuve en el control vio a varios guiris llevarse este delicado souvenir.

Con el Tsunami, lloraban como niños para que los turistas volviesen a sus playas y una vez recuperados sólo hay lugar para la sangría.

Por fin Sebas y su depósito nos fuimos al paseo marítimo de Patong. No sabemos como describirlo, es el crecimiento por el crecimiento, sin medida alguna, es como Salou, Lloret de Mar, Ibiza.. todo junto, es agobiante y muy caro, es tan agobiante que salimos de allí pitando hasta nuestra playa más tranquila. Y es que nunca habíamos visto semejante factoría para turistas.

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