Canopy Walk en Taman Negara

Esta entrada pertenece a la serie Malasia
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Llegamos a Taman Negara después de un largo y ajetreado viaje, exactamente a  Kuala Tahan, el pueblo antes de cruzar el río y llegar al parque nacional. Anna y los bichos nos dirigimos en busca de hostal.

Encontramos perdido en un caminito el hostal Tahan, hiperhippie, pintado de colores y con peluches colgados del techo de la recepción. El sitio era tranquilo, limpio y muy acogedor; nos lo quedamos.

El pueblo es muy pequeño y con sólo dos tiendas, aunque lleno de restaurantes, pero nos da igual: odiamos la comida asiática. Lo recorrimos en 10 minutos y casi todo el barullo está en los restaurantes y tiendas flotantes que se sitúan a lo largo del río (son flotantes porque tienen que moverse a otra parte del río durante los monzones, en plan aves migratorias).

Contratamos un trekking al día siguiente a lo que llaman Canopy Walk, es decir, caminar por encima de los árboles a través de una red de puentes colgantes.

Para hacer trekking se requieren 2 cosas: mucha agua y un par de botas por si llueve. Las botas sólo sirven para protegerte del barro pero no de las sanguijuelas, que son capaces de viajar contigo sin que te des cuenta en sitios muy muy íntimos. Nosotros no teníamos botas pero por suerte hizo sol y durante el trekking del primer día no vimos a ninguna sanguijuela.

El paseo por los puentes colgantes a unos 45 metros de altura es impresionante y por muy arriba que estés, aún hay árboles que siguen ascendiendo. La parte negativa es que sólo vimos muchos insectos, nada de animales, que se mantienen alejados de las hordas de turistas que pasan como Atila con cámaras y gritos.

Después de caminar 3 horas por la jungla nos dimos cuenta de que no estamos en forma para caminatas más largas; aún así decidimos irnos al día siguiente a la cueva Telingga.

 

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