Normalmente la gente no para en Hue más de 2 días. Nosotros nos quedamos 4. No es que seamos fans de la arquitectura vietnamita (que por desgracia es escasa debido a las incursiones de chinos, franceses, americanos, etc.), sino que decidimos tomarnos las cosas con calma.
Tanto tiempo en una ciudad tan pequeña hizo que nos concentrásemos en «ver una cosa a la vez», y hoy fué el día de las tumbas imperiales.
Lo hicimos a través de una agencia de viajes local. Alquilamos un barco privado sin guía y sin nada. Eso nos permitía hacerlo a nuestro ritmo, sin agobios aunque por un poco más de dinero (8 euros el barco privado).
Salimos a las 09:00 am del hotel. Nos recogieron dos motos para llevarnos al río, unos 300 metros desde nuestro hotel (sí, fué un poco ridículo). Nos subimos al barco con una tripulación de 3 personas: una abuela, su hija y su nieto. Los barcos tenían más o menos esta pinta y se capitaneaban sin mucho esfuerzo como puede verse:
Lo primero fué la pagoda de Thien Mu. Nada impresionante la verdad, pero un lugar tranquilo. Lo que más nos gustó fueron los niños-monje que habitan allí. Son bastante graciosos y están completamente acostumbrados a los turistas, con lo que no hacen mucho caso de las cámaras.
Tuvimos el primer incidente con la capitana, que pretendía decirnos cuanto tiempo podíamos estar en la pagoda…pero le dejamos claro que habíamos pagado por ir a nuestro aire, y la cosa quedó en tablas.
De ahí fuimos a la tumba Tu Duc, según todas las guías bastante mal conservada. La verdad es que estaba bastante mal en términos de conservación, pero los grupos organizados pasaban muy pronto por ahí y tuvimos cierta intimidad que hace que las cosas se vean mejor.
De ahí a las dos tumbas que nos quedaban: Khai Dinh y Minh Mang.
La primera fué la mejor de las tres según nuestro punto de vista. A pesar de nos ser tan grande ni estar tan bien conservada como la tercera, tenía un aire de videojuego «Tomb Raider» muy auténtico. Moho en todas las paredes, piedras oscuras, dragones interesantes. Muy chula.
La última (y más publicitada en las guías) estaba bastante bien conservada y más limpia que las otras, pero no nos parecíó tan interesante.
Sin embargo lo mejor del día no fueron las tumbas. Uno nunca sabe donde va a estar aquello que te impresiona en un viaje. A veces vas a ver una gran tumba y te quedas encantado por el atardecer (nos pasó en India) o vas a un mercado impresionante y flipas con el ambiente de los puestos de comida (Marruecos). Aquí nos pasó algo parecido: disfrutamos como niños con el paseo en moto que nos dieron desde el río hasta las últimas dos tumbas.
Vimos de todo: terrazas de arroz, casas típicas, granjas, gente interesante, monjes, niños que salían a darnos la mano, puestos de venta de incienso que lo exponían como flores de colores, jungla…Una pasada.
Y es que nunca sabes lo que va a alegrarte el día 🙂
A la vuelta, en el barco (donde comimos muy bien) vimos como sacaban arena del río para venderla en determinados puntos donde se recogía para la construcción. Una vida muy dura.
Un día genial.