Por fin llegamos a Ko Phangan, el paraíso prometido. La verdad que estábamos muy ilusionados con la llegada, y desde el barco se veía arena blanca, palmeras y mucho mucho sol.
Al llegar al puerto, taxistas buitre nos estaban esperando a nosotros y a la orda de guiris que llegaba, en el barco todos éramos blanquitos occidentales, eso te da una idea de como iba a ser la isla.
Caminamos bajo el sol, evitando a los taxistas, haciendo llamadas a los hostales bungalows para ver si tenían sitio. Sí había plazas disponibles pero nadie nos venía a buscar, que era lo que queríamos. Elegir una playa en la isla es difícil, elegir coral, o tal vez playa rocosa, playa absolutamente desierta o llena de turistas. Nosotros teníamos claro 2 cosas: no queríamos una playa llena de gente y no queríamos rocas.
Después de buscar y buscar, encontramos a un pseudo-taxi, que nos llevaba a su resort sin compromiso por una tercera parte del precio del taxi. Las fotos pintaban bien, piscina, buenos bungalows. Coincidimos con 2 ingleses y nos dirigimos por una escueta carretera hacia allí. Al llegar la piscina estaba sucia, el bungalow era aceptable, la playa rocosa y un camino largo hasta ella. Nos fuimos de allí, a pesar de los insultos del que nos trajo. Así son algunos tailandeses.
Esa acción nos deparó 2 horas de caminata con un sol abrasador a las 13 horas de la tarde sin una puñetera nube y con nuestros 13 kilos de mochila a las espaldas. Pregunt amos en varios sitios, el que nos gustó a los 4 (los ingleses y nosotros) sólo disponía de 1 habitación. Lo echamos a suertes, perdimos.
Al final nos hospedamos en un resort cercano, el bungalow y el servicio eran excelentes; pero la piscina sucia y la playa privada pequeña, poco cuidada y rocosa.
Alquilamos una moto y nos fuimos a ver resorts por la isla, preguntamos en alguno recomendado en la parte norte de la isla de difícil acceso y playa arenosa pero… sólo electricidad de 18 a 24 horas. Al final acabamos preguntando en el que ganaron los ingleses si tenían bungalows disponibles para los próximos días. Pasamos la noche y nos mudamos a donde estamos ahora: Highlife resort.
Por 10 euros tenemos bungalow con ventilador y baño privado, hamaca, terracita con vistas al océano y una piscina genial, limpia y con vistas también al mar. Una gozada. Hoy hemos ido a la playa del resort, de arena blanca fina casi como el polvo. La playa está llena de chiringuitos y palmeras cocoteras. En el agua cristalina como nunca hemos visto, hay coral negro, puedes ver como salen burbujitas del mismo. El agua no cubre mucho porque en seguida viene el coral y aunque hemos hecho snorkel, nos apetecía darnos un baño relajante en la piscina mientras nos tostamos.
Estamos relajados, en nuestra terracita con vistas al mar tailandés, sin obligaciones, atrás quedaron los fríos días en Rusia (aunque los extremos no son buenos), esto debe ser lo más parecido al paraíso que conocemos por el momento.
Aunque el paraíso siempre estará en nuestra casita de Roda, cerca de la familia y amigos, y por supuesto con nuestra bola gorda y blanca que es nuestro gato Yin.
Estas 3 últimas fotos se parecen más al standard viaje de novios. Pero a pesar de eso os aseguro que me han tocado la fibra. La necesidad de relax es la que me provoca más envidia sana, y en estas fotos se respira calma. Disfutadlo a tope.
Salu2s