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Después de dos días y medio de viaje y de recuperarnos del trauma (entiéndase experiencia) rusa y de ver los fuegos artificiales del fin de año chino desde el tren, llegamos a Beijing a las 05:30 am, con una puntualidad ejemplar. Era el día 2 del calendario chino (8 de febrero) y las calles estaban bastante tranquilas.
Fani no estaba esperándonos porque el metro no abría tan temprano, así que intentamos sacar nuestros primeros yuanes. En el viaje desde el andén hasta el primer cajero, escuchamos unos 10 escupitajos con gargajo y concierto incluido. Sandra estaba encantadísima.
El primer cajero no nos dio nada. El segundo tampoco. El tercero…nanai. No teníamos ni un miserable yuan, el teléfono móvil no funcionaba y teníamos que encontrarnos con Fani en una estación que como mínimo es el doble que Sants. Por suerte le robamos el móvil al colega noruego (que a estas alturas estaba temiendo la separación inevitable que significaría quitar su «piloto automático» y empezar a buscarse las castañas sin nosotros) y encontramos a Fani.
Abrazos. Abrazos. Abrazos (y el colega noruego mirando) Abrazos, Abrazos, Abrazos.
Fani estaba hecha toda una experta en Beijing. Nos llevó al hostal, donde sin demasiado tiempo para morirnos sobre la cama, dejamos las cosas y salimos en ruta a nuestra primera excursión. Habíamos perdido 4 días por el tema ruso y teníamos que recuperarlos a todo trapo. Decidimos ver Beijing en 3 días.
El primer día fuimos al Palacio de Verano, donde nos recibieron con una actuación de panderetas y payasos a lo chino. Tope chino (Fani dixit). La verdad es que los actores estaban un poco desmotivados (a lo mejor por el frío o porque tenían que repetir la «performance» cada tantas horas), y parecía más bien una función de «La Clase de 6ºA de EGB presenta…». Aún así flipamos con nuestra primera «auténticamente china».
El Palacio de Verano no decepcionó en absoluto. Todo era tope chino, y apenas nos dimos cuenta de que habíamos dormido 2 horas (Sandra) o nada (Sebas). Fani no había visto nada aún, así que la excitación fue general.
Esa noche cenamos una barbacoa koreana muy buena, y bastante divertida (te hacías tu la comida sobre un brasero, pero nos vieron guiris, dimos pena, y alguien la hizo por nosotros). Muerte en la cama y fundido en negro…