Rumbo a Xi’an (Paz Celestial)

Esta entrada pertenece a la serie China
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La noche del 14 de febrero nos preparamos para partir en tren desde Pingyao a Xi’an. El manager del hostal se las ingenió para conseguirnos tres billetes en cama dura,no se como se las apañó porque no conseguimos ningún billete en ventanilla. El caso es que contentos con nuestros billetes, nos dirigimos acompañados del manager hacia la estación de tren. Fuimos en los taxis electrónicos de Pingyao, que son descubiertos, nos estábamos congelando mientras decíamos adiós a la ciudad. Todo fue como la seda, acompañados siempre del manager (Bob) y a las 20:02 ocupábamos nuestras camitas.

El resumen del tren sería el siguiente: la melodía empieza con un portazo cada 2 minutos que hace templar las literas. Se suma un ritmo de escupitajos en el mismo lavabo al más puro estilo chino cada minuto y medio. Esto le da un ritmo «allegro andante» bastante animado. A eso de las 02:00 de la mañana, a nuestra melodía se añade un móvil que se empieza a quejarse con un pitido de que se está quedando sin batería. Ese sonido es repetido cada 10 minutos durante el resto de la noche. La colaboración de algún ronquido esporádico y de algún pasajero haciendo toooodas sus funciones corporales crean ese ambiente musical ideal para el disfrute de quien intenta dormir sobre una cama dura como una mesa.

Sandra y Sebas derrotados. Fani victoriosa, again. Empezamos a odiarla, la tia siempre duerme.

Llegamos a la estación de Xi’an a las 7:45 horas del día 15 de febrero. Al salir, aquello era una locura, el más absoluto caos, gente por todos lados. Siendo Xi’an una ciudad de 8 millones de habitantes, parecía mucho más bulliciosa y caótica que Beijing que tiene alrededor de 14 millones. Por suerte los del hostal nos vinieron a buscar con un cartelito escrito en perfecto castellano que decía: Sebastian.

Le dijimos a nuestros colegas que nos esperasen que íbamos a comprar los billetes para Chengdu (para el viaje de 3 días después) visto el éxito previo con la compra de billetes. Después de una espera agónica con mogollón de chinos (algunos que parecían ser alérgicos al jabón y con una extraña costumbre local por pegarse los mocos en la ropa), sólo había disponible asiento duro para un viaje de 18 horas de tren. Los compramos en plan emergencia por si no conseguíamos algo mejor. Viajar en china es complicado, coño porque se mueven tanto!!!!

Le preguntamos a nuestro colega chino del hostal si vendían billetes de tren, y nos dijo que podía arreglarlo pero tenía que preguntar primero. Dos minutos más tarde, el eficiente chinito nos dice que puede conseguir cama para tres en el tren a Chengdu pero no puede asegurarnos si es cama blanda o cama dura (debe haber mafia de billetes fijo). El caso es que estuvo preguntando precios y en cama dura el viaje cuesta 270 yuanes por persona, en cama blanda 400 yuanes por 18 horas de tren. Y dos minutos después nos dice que ha conseguido 3 billetes de avión por 360 yuanes cada uno. Ese tío es un puto crack, y sin cobrarnos comisiones. Es más, mandó a otro chino a la estación de tren para que nos devolviese el dinero de los billetes de tren que habíamos comprado de emergencia. Esta peña es la ostia. Nos encanta.

Llegamos a nuestro querido hostal. Es muy limpio, espacioso, muy típico, luminoso. La única pega es que internet va como el culo y bueno las camas son algo duras (algo que solo afecta a Sandra y Sebas, Fani como siempre es a prueba de bombas), cosa que estamos empezando a ver que será así por toda Asia. Y por cierto, todos los occidentales estamos aquí por lo que parece, no hemos encontrado un sólo chino hospedado. La comida es buena y no demasiado cara. Ha sido un acierto.

El primer día en Xi’an tan sólo fuimos a pasear por las calles, estamos en pleno centro, dentro de las murallas que bordean el centro de la ciudad, unos 14 Km de muralla. Estamos cerca de la Torre de la Campana y Torre del Tambor que es donde está todo el bullicio.

Entre estas torres hay un montón de callejuelas que pertenecen al barrio musulmán, por el cual nos paseamos largo rato. Se compone de callejuelas estrechas llenas de tiendas, como si de un zoco se tratase e incluso tienen su propia mezquita al estilo chino. Es extraño ver a una china con pañuelo en la cabeza, muy extraño. Tienen mercados de comida y pudimos probar dulces parecidos a turrones, buenísimos. Comimos pinchitos que picaban dolorosamente. Y también comimos pasta rellena de pollo con gambas y de ternera, deliciosamente repetitivos. Por último compramos lo que pensábamos eran papitas fritas pero sorpresaaaaaa era gelatina frita. Muchas cosas nuevas depara China.

Esa tarde-noche acudimos al Festival de la Linternas de Xi’an que se celebraba encima de las murallas y… mejor fotos que no tienen desperdicio. Incluyendo el secuestro que hizo Fani de 5 niños para hacerse una foto o la invitación masiva de los chinos para que nos sentásemos a ver un concurso de talentos de cantantes de ópera.

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