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El 22 de febrero volvíamos de nuestro fantabuloso tour. Convencidos de no volver a contratar uno de nuevo. Descansamos en el hostal para el viaje del día siguiente.
Nos levantamos sin despertador, no era demasiado tarde ni demasiado temprano. Decidimos desayunar un american breakfast la mar de delicioso después de nuestra tortura china. Se nos hizo tarde. Así que ese día no pudimos ver los Pandas, porque a las 10 de la mañana empiezan a retirarse para dormir, muy activos estos animalitos.
En lugar de ir a visitar a los Pandas, decidimos poner rumbo al Budha de Leshan, a dos horas en autobús desde Chengdu. Llegamos a las 14:00 al inicio del parque después de un bus urbano hasta la estación de autobuses, allí otro autocar muy cómodo hasta Leshan (2 horitas) , y finalmente otro bus urbano hasta las afueras de Leshan.
Después de entrar en el parque, que era enorme, descubrimos un paisaje increíble. Selvático, húmedo, tierra roja, niebla, budhas, cuevas… impresionante. Nada más entrar descubrimos unos pasadizos al estilo Indiana Jones, eso sólo era el principio.
Subimos y bajamos mogollón de escalones, no os podéis llegar a hacer una idea de lo intrincado, laberíntico y misteriosos que era el camino y de lo, porque no decirlo, interminable. Las indicaciones no eran precisamente abundantes y por supuesto nos perdimos unas cuantas veces. Pero después de una hora, y de 2 hígados fuera, el de Fani todavía se conservaba intacto, llegamos al gran Budha de Leshan.
El budhita mide nada más que 71 metros de alto y es el Budha más grande del mundo. Está orientado hacia el río, con lo que las vistas , aunque con niebla, eran espectaculares.
Nos hartamos de hacer fotos, no sólo el Budha era espectacular, también los numerosos templos que nos encontrábamos por el camino, las interminables escaleras y los encantadores puentes. En total una visita de lo más agradable. El tiempo era justo y estábamos algo perdidos después de caminar y caminar, así que nos salvaron los chinos con sus bicicletas. Madre qué piernas!!!!.
Nos dejaron a tiempo en la parada del bus donde pudimos conversar con un par de francesitos. Nos quedaba el camino de vuelta, esta vez con fotos tan bonitas como estas.