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Una de las «comodidades» del hostal eran las hijas, sobrinas o lo que fuesen del manager del hostal. Las hemos llamado chucky I y II respectivamente porque son un poco como el muñeco diabólico. Mueven la boca y repiten la misma frase hasta 30 veces seguidas (no es una metáfora) hasta que consiguen lo que quieren.
Se pegan como garrapatas a los «extranjeros» y no nos sueltan hasta que nos vamos a las habitaciones. Invaden el «espacio vital» de Sandra (ya se sabe, «respiran mi oxígeno») y se agarran al brazo de Fani o Sebas cuando notan que no les hacemos caso.
Estuvieron a punto de invadir también nuestra habitación, pero decidimos que teníamos que mantener nuestro campamento base libre de plagas, así que mandamos a la «Bulldog Sandra», capaz de terminar con cualquier relación social en 2 frases.
En 2 minutos Sandra se deshizo de ellas y quedó claro que la habitación era tabú.
Hasta ahora hemos lidiado con ellas más o menos bien, con alguna vena hinchada a veces en la frente de Sandra, pero sin llegar a las manos. De hecho, este Post los escribimos porque nos han visto escribir otros y se han empeñado en tener una foto suya colgada de Internet. Como si esto fuese a hacerlas famosas 🙂
Aquí las tenemos:
Lo cierto es que a pesar de todo lo dicho, nos han hecho divertida la estancia y son buena gente, con unas ganas enormes de aprender cosas nuevas y fascinadas por todo lo que sea diferente.
PD: Los primeros días no se explicaban (y no sé si ahora lo hacen) cómo era que yo dormía con Sandra a un lado y Fani al otro. Estuvieron espiando varias veces por la ventana a ver si encontraban una orgía occidental, pero en eso las decepcionamos.