La mayoría de gente tendría que mirar un mapa bastante detallado para encontrar Estonia…y no hablemos ya de su capital, Tallin.
Es un país pequeño, sin mucho que ver la verdad. Lo que tiene de bonito lo tiene concentrado (y muy concentrado) en la capital: el casco antiguo (Old City), declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Llegamos a Tallin con un autobús «deluxe», con Wi-Fi a bordo (por satélite, pero no conseguí que funcionase en mi PC) y lo más importante: enchufes! Pasamos el viaje viendo capítulos de CSI, y el viaje se hizo corto.
Nuestro Hostal fue una sorpresa agradable. Mucho mejor que el de Riga, tuvimos intimidad y buenas camas. Además, estaba en el centro de la Old City, por lo que no tuvimos que caminar demasiado para ver lo mejor de Tallin.
Una de las estampas más bonitas fue la plaza central, que además de bonita, estaba completamente desierta (viajar en temporada baja tiene muchas ventajas)
Después de patearnos toda la Old City, decidimos refugiarnos en un centro comercial (no teníamos hostal y hacía frío). La verdad es que las horas pasaron lentas hasta que decidimos gastarnos (oh, gran lujo!) 3 € en un cibercafé a chatear con Fani y a hacer otros preparativos de viaje.
A las 23:00 tomamos el autobús a San Petersburgo, diciendo adiós a nuestra querida Europa y al espacio Schengen, donde un simple DNI era suficiente para cruzar la frontera.
Llegamos en autobús, esta vez sin wi-fi ni enchufes para ver pelis a bordo, y sin poder pegar ojo en toda la noche. La anécdota de la noche fue el paso fronterizo entre Estonia y Rusia, donde nos sentimos como espías atravesando el telón de acero de la antigua URSS. La cosa no estaba como para sacar fotos, pero en Flickr hemos encontrado algunas:
Llegamos a San Petersburgo a las 06:00 am, con un frío horrible y sin un rublo en el bolsillo. Sacamos 8.000 rublos (unos 222 €) y tomamos el metro hasta nuestro hostal (Cuba Hostel). Nos hicieron esperar a las 09:00 para entrar en las habitaciones…se estaba haciendo eterno, así que fuimos a desayunar al KFC.
En la cola, un ruso borracho me dijo algo así como «Jodido año nuevo». Y fue entonces que entendimos las luces de navidad aún en las calles. Sin saberlo, habíamos vivido un segundo fin de año: el fin de año ortodoxo. De hecho, llegábamos en pleno día 1 del calendario ortodoxo. Ya van dos fines de año…nos quedan otros dos por pasar 🙂
Decidimos perrear todo el día. Vimos capítulos de Psych y CSI en el portátil y sólo salimos a comprar la comida y a registrar nuestra estancia (burocracia).