- San Petersburgo, primeros días
- Hoy vamos a comprar los billetes…(y nada más)
- Bon Apetit…
- Se nos acumula la faena!
- Adiós St. Petersburgo. ¡Hola Moscú!
- Haciendo de turista en Moscú
- Big Bag, No Kremlin. My name is Sam. I’m Sorry
- Nuestra experiencia en el transiberiano
- Problem, Problem!
- Burocracia, su lechuguita
- Adiós madre Rusia
Las 11:30. Los pakistanís que duermen con nosotros se han levantado ya, y como siempre, hablan en voz alta sin reparar en que las otras 4 personas de la habitación aún dormimos. Son realmente desconsiderados, pero nuestros tapones funcionan bastante bien, así que no nos despertamos del todo.
Quedamos en ese estado de sopor en el que uno decide conscientemente si quiere seguir durmiendo o levantarse. Sentimos cierta obligación moral de salir ahí fuera, a conocer la nueva ciudad a pesar de los 6 grados bajo cero y la nieve.
Tras la ducha, el desayuno y algunas charlas, decidimos ir al Kremlin con nuestro nuevo amigo danés, Kim. A las 12:30 empezamos a hacer la primera cola para comprar las entradas. Ideamos un pequeño timo para usar su carné de estudiante tres veces y pagar menos. El timo funciona, pero nos tiene haciendo cola hasta las 14:00. A las 14:20 estamos en el control de seguridad, donde el soldado le dice a Kim:
Militar – Big Bag. No Kremlin. (léase esto con la cara más amarga que uno pueda imaginar en un militar)
Kim – But, is not that big, it’s a little backpack…
Militar – Big Bag. No Kremlin
Kim – But…(seguía intentando razonar)
Militar – … (ignorando TOTALMENTE a Kim, esperando a que se cansara de hablar)
Kim – Ok.
La verdad es que fué MUY surrealista. Es difícil explicar el nivel de estupidez y lo obtuso de su postura y frases. Sólo imaginando un funcionario kafkiano y elevándolo a alguna potencia se puede uno hacer una idea. Ese tipo se encontrará 200 veces con la misma situación, y nunca se esforzará en aprender a decir en inglés «Su mochila es demasiado grande, tiene que dejarla en las taquillas que hay debajo del puente antes de entrar». No Kremlin. Big Bag.
Guau! Media hora después entramos en el Kremlin. Un lugar al que era imposible entrar hace sólo 20 años y que ahora es una atracción turística. La verdad es que sacamos fotografías muy bonitas, pero no salimos tan impresionados como esperábamos.
No es que decepcione….bueno si, decepciona un poco. Seguimos pensando que el paseo por Peterhof sobre la nieve y la Plaza Roja son las mejores experiencias de Rusia hasta la fecha. Pasamos por una armería con armas y vestidos, carruajes y objetos de decoración que tampoco nos impresionaron en absoluto. Decidimos que nos merecíamos un café. Llegamos a la cafetería y nuestro recién adquirido amigo tardó unos 5 minutos en pedir su café. En el camino, pidió uno que tuvieron que tirar, y casi vuelven a tirar el segundo.
Nos sentamos y hablamos durante bastante rato. En medio de la conversación, un chico (acompañado por otros dos) con rasgos orientales nos interrumpe con:
Chico – My name is Sam.
Kim – Eh?
Chico – My Name is Sam
Kim – My name is Kim, nice to meet you.
Sebastian – I’m Sebastian
Sandra – I’m Sandra
Chico – My Name is Sam
Nosotros – Eh?
Chico – My Name is Sam
A partir del sexto o séptimo «My name is Sam», Kim intentó decirle en ruso «No hablo Ruso». Eso fué definitivamente peor. Cuando le dices a alguien que no hablas su idioma, mejor hazlo en inglés. Si lo haces en su idioma tiene el extraño efecto de que entiendan lo contrario. Debe ser algo así como «Ah! Eres capaz de decir una frase en ruso? Eso es que si hablo despacio lo entenderás todo!».
El chico empezó a hablar ruso. Las frases «No hablo ruso» y «Yo no hablo ingles» se intercambiaron unas 10 veces…dichas en ruso y en inglés de un modo caótico. Algo surrealista. Sandra y yo nos descojonábamos. Kim insistía con la paciencia de un santo. Sandra se dio cuenta de que el chico iba medio borracho. Al final, la segunda frase en inglés salió del desconocido oriental: I’m sorry.
Todos pensamos que era una despedida, así que bajamos la guardia. Nos giramos a nuestras mesas, y escuchamos
– My name is Sam
10 minutos más tarde, por fin nos libramos de Sam. Creo que era de Kazajistán o algo así. Y que se llamaba Sam, claro está. Volvimos al hostal y tuvimos una agradable charla con el recepcionista, Denis (creo que esa es la traducción que nos hace de su nombre ruso). nos recomendó un buen restaurante, y vino con nosotros a comer. De la charla con Denis sacamos muchísimas cosas interesantes sobre Rusia y los rusos. Las más impactantes sin duda fueron estas:
- En Rusia no está bien vista la risa ni la sonrisa. Eso se deja para los momentos de intimidad con los amigos. Reirse en la calle o ante desconocidos puede significar que eres idiota y ries sin motivo, que te estás riendo del que tienes delante y, si eres un hombre, que eres débil y no puedes conseguir lo que quieres por la fuerza (y por eso sonries, para suplicar cortesía). Nuestro recepcionista es un ruso risueño…y recibe respuestas como «de qué te ries?» a menudo. Encantador eh?
- En Rusia eres dueño de tu casa (si vivías en ella cuando empezaron a tener propiedad individual), pero no la tierra sobre la que está construida, que es del estado. La corrupción está a la orden del día en temas inmobiliarios entre los oficiales responsables de la tierra.
- En Rusia la principal amenaza para los turistas no es el crimen, sino la policía. Nosotros estamos medio paranoicos, y dejamos de hablar cuando pasa un poli. Nuestro colega danés ha pasado a Def Con 2, y directamente pone cara de mala ostia cuando aparece un poli, no habla ni que le pegues y camina en dirección opuesta al poli, incluso si eso implica desviarse de su rumbo.
- En Moscú no hay oficina de turismo ni nada parecido. Los turistas les importan poco, y de hecho lo demuestran en lugares como la Catedral de San Basilio (la estampa más conocida de Moscú), donde los carteles son únicamente en Ruso (excepto cuando se trata de decirnos el precio de la entrada, of course)
Y a pesar de todo, está siendo una experiencia muy interesante y enriquecedora. Nos alegramos de haber venido a Rusia, y lo recomendaríamos a DETERMINADAS personas (un poco como la India). A diferencia de la India, aquí es más difícil que volvamos algún día (quizás en verano?) Y ahora, algunas fotillos que es lo que mola pa la familia y amiguetes 🙂
Con nuestro colega Kim, junto al falsamente proclamado por los rusos como el «Cañón más grande del mundo» (en realidad el más grande está en India, y nosotros lo vimos en Jaipur) Esto es lo que se ve dentro del Kremlin. Unas catedrales ortodoxas con cúpulas doradas y fachadas austeras. Los interiores son aún más austeros, llegando en algunos casos al primitivismo. Los Rusos no disfrutaron de El Renacimiento y de sus descubrimientos artísticos. La perspectiva y el escorzo no llegaron a los iconos religiosos, que permanecieron inmutables hasta la fecha.
Nada impresionante, excepto por lo inusual que su estructura (pequeña y compartimentada, no preparada para grandes concentraciones) nos resulta a los acostumbrados a los templos católicos. Se nos hizo de noche, y estas son algunas fotos de la Plaza Roja de noche. Realmente preciosa, casi más de noche que de día.
hola chicos, todo ok? bah, es que como os habieis quedado en el 28 de enero y ya estamos a 11 de febrero… espero que solo sea que no os apetece seguir con el blog y esteis disfrutando del viaje y la aventura